Fuente: La Razón
Muchas veces sin ser conscientes calmamos nuestra ansiedad con la comida. ¿Por qué hacemos esto? ¿Cómo identificarlo? ¿A qué alimentos solemos recurrir en estos casos? Pero no queda ahí la cosa porque esto puede en el largo plazo repercutir sobre nuestra salud y conllevar problemas mayores, aparte del sobrepeso por supuesto. Por lo que solicitar ayuda a un profesional si es nuestro caso es fundamental.
Según explica Francisco Lara, jefe de servicio de Psicología Clínica del Hospital Quirónsalud Córdoba, en primer lugar, para saber si tenemos ansiedad con la comida es necesario entender cómo y por qué aparece esta: “La ansiedad es una señal de alarma que se activa cuando el sistema nervioso detecta que algo no va bien a nivel emocional, o que algo del entorno resulta amenazante y puede llegar a hacernos daño”.
Cuando este proceso se pone en marcha, según prosigue, se activan una cascada de mecanismos químicos que producen una serie de síntomas que se pueden percibir a nivel físico, de pensamiento y a nivel motor. “Estos síntomas pueden ser diferentes en cada persona y con frecuencia no se entienden o reconocen, pudiendo causar preocupación, y siendo a veces confundidos por el paciente con otras enfermedades”, advierte.
De hecho, este psicólogo subraya que hay personas que encuentran actuaciones o conductas alternativas que ocasionan una mejoría a corto plazo y las libera inicialmente de esta molesta sintomatología ansiosa. “Pero a largo plazo estas actuaciones pueden llegar a atraparles, convirtiéndolas en un ritual, un hábito, o una adicción. Ocurre así con la ingesta de comida. Una vez explicado este proceso, debemos sospechar que existe un problema de ansiedad con la comida cuando aparece una necesidad de ingerir alimentos de forma rápida y compulsiva para conseguir mejorar el estado emocional de manera inmediata”, destaca el experto de Quirónsalud Córdoba.
Se trata de un cuadro más frecuente en mujeres, según reconoce Lourdes de la Bastida, dietista-nutricionista del Hospital Quirónsalud Córdoba, que puede presentarse a cualquier edad: “En concreto, en la etapa de adolescencia suele haber mucha preocupación por la estética y por el peso, y realizar restricciones alimentarias hace que aumente la ansiedad por la comida”.
¿Por qué tenemos ansiedad por comer?
En este contexto, Francisco Lara apunta a varios factores, como los posibles responsables que harían desencadenar este tipo de cuadros ansiosos: los genéticos, el tipo de personalidad, o la historia de aprendizaje. “Si existe una predisposición genética a desarrollar sintomatología ansiosa, y además se asocia a un perfil de personalidad autoexigente y un entorno percibido de manera hostil, existirá bastante probabilidad de que aparezcan niveles altos de ansiedad. Si a todo esto le añadimos un hábito de alimentación poco sano o una historia de alimentación familiar basada en el desorden y en la falta de cuidado con la dieta podrá aparecer este problema”, señala este especialista.
Con ello, el jefe de servicio de Psicología Clínica del Hospital Quirónsalud Córdoba indica que el problema más común derivado de la ansiedad por comer es el sobrepeso u obesidad, que será necesario abordar terapéuticamente por un equipo multidisciplinar de profesionales que incluya psicólogos, endocrinólogos o nutricionistas. “Pero el sobrepeso causa también problemas de salud mental, pues el proceso de ingerir alimentos para eliminar los síntomas ansiosos hace que el paciente no aprenda realmente a manejar su ansiedad, convirtiéndolo en un proceso automático con difícil remisión si no se pone en manos de profesionales de la salud mental. Este proceso además suele generar insatisfacción en quien lo sufre y puede incluso llevarlo a un proceso depresivo a largo plazo”, remarca.
Manejar estas situaciones
A juicio de la dietista-nutricionista Lourdes de la Bastida lo ideal en estos casos es realizar un tratamiento donde se intervenga de forma interdisciplinar (psicólogo, psiquiatra, nutricionista, endocrino) y en el caso concreto del punto de vista alimentario, se evite la realización de dietas y se basen las pautas en una buena educación nutricional y alimentación consciente, sin juicios y sin sentimiento de culpabilidad. “No se deben clasificar los alimentos prohibidos y permitidos, ya que esto genera más ansiedad, al pensar que no puedes tomar ciertos productos concretos”, advierte.
Recomienda que lo más importante es seguir en estos casos una alimentación “variada y equilibrada” para cubrir todos los nutrientes que se necesitan, y evitar un déficit que pueda producir mayor irritabilidad y cansancio. “Aunque la ingesta de alimentos nunca deberá ser una conducta utilizada con el fin de reducir los niveles de ansiedad, sí deberíamos tener en cuenta que los alimentos más crujientes, como la zanahoria, las almendras tostadas, o los garbanzos tostados, pueden ayudar a saciarnos más y, por lo tanto, a disminuir la necesidad de ingerir más cantidad de alimentos”, resalta.
En último lugar, el psicólogo de Quirónsalud Córdoba Francisco Lara sostiene que la ansiedad aparece como consecuencia de la percepción de un estilo de vida cotidiano estresante y poco satisfactorio. “Por tanto, el primer objetivo para conseguir manejarla será atender y cuidar la salud mental, adoptando un estilo de vida sano. Para ello el paciente deberá encontrar en su vida una serie de actividades gratificantes”, aconseja.
A su vez, menciona que cuidar el estrés, establecer una relación adecuada entre las tareas a realizar y el tiempo para llevarlas a cabo, mantener un equilibrio entre el número de actividades generadoras de estrés y las actividades gratificantes, invertir un tiempo a diario en realizar actividad física, mantener contacto con los amigos o realizar actividades lúdicas se convierten en “objetivos necesarios y fundamentales” para enfrentarse a la ansiedad por comer, al tiempo que aporta estos consejos para controlar la ingesta ansiosa: