Fuente: La Razón
La irrupción del coronavirus ha causado un efecto paradójico en la incidencia de las infecciones de transmisión sexual (ITS): si en un primer momento las cifras de contagios caían drásticamente, consecuencia del confinamiento inicial y la restricción de movimientos y relaciones sociales, hoy los expertos notifican una auténtica explosión de casos, muy especialmente entre los más jóvenes.
Aunque esta tendencia es ascendente en todas las ITS y prácticamente en todos los grupos poblacionales, de acuerdo a los últimos datos publicados por el Centro Nacional de Epidemiología, relativos a 2019, los números relativos a gonococo, clamidia y sífilis se ha duplicado en los adolescentes de 15 a 19 años en España.
«En la unidad de Pediatría Social del Hospital La Paz, de Madrid, tras el inicio de la pandemia en 2020, se produjo una reducción drástica en el número de consultas tras contactos de riesgo y, sin embargo, con los datos de 2021 ya disponibles, la tendencia al alza que veníamos viendo en los últimos años el de adolescentes que consulta tras contactos de riesgo se ha mantenido, a pesar de las restricciones en relación con la pandemia», cuenta Cristina Epalza, miembro del grupo de trabajo de VIH e ITS de la Sociedad Española de Infectología Pediátrica (SEIP).
¿A qué se debe esto? La respuesta no es fácil pero los experto coinciden en varios aspectos. De una parte, «en el caso de los adolescentes, los efectos disruptivos derivados de un mayor uso y abuso de tecnologías, probablemente, han supuesto paralelamente un aumento en la exposición a contenidos sexuales», explica Talía Sainz Costa, pediatra especializada en Enfermedades Infecciosas y Tropicales y miembro también de la SEIP.
Algo con lo que coincide Félix Notario, presidente de la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia (SEMA), quien va más allá: «Ven porno a través del móvil en cuanto lo tienen, y es ahí donde entran en contacto con modelos de conducta muy distorsionados, lo que está en la base del problema y dado pie a que haya un aumento en la transmisión de este tipo de enfermedades. Durante el confinamiento se consumió más, al limitarse los contactos personales. Esto favorece conductas distorsionadas creadas por este tipo de páginas: patrones de violencia sexual y abuso, relaciones de sometimiento sobre la mujer... Al salir de la pandemia se han disparado el consumo de alcohol, los botellones, los encuentros y, de la mano de esto viene mucha actividad sexual precipitada, sin protección y sin control. Si en un primer momento se han establecido modelos de salud sexual distorsionados, a la salida, se ha visto un “boom” en las ETS. También de embarazos no deseados».
A nivel más general Juan Carlos Galán, portavoz de Sociedad Española Enfermedades Infecciosas Microbiología Clínica (Seimc), añade otros factores, como los cambios conductuales de la sociedad, tales como las app de contactos sexuales, «que generan densas redes de interconexiones y facilitan la rápida dispersión de un agente infeccioso»; la terapia pre exposición (PreP) para personas en riesgo de infección por el VIH, «que, si bien está reduciendo las nuevas infecciones de este virus, por otra parte está impactando en mayores infecciones por otras ITS»; o la falta de cribado en muestras extragenitales: «Todas estas variables están contribuyendo en mayor o menor medida a la transmisión de los agentes infecciosos por vía sexual», asegura.
Otro efecto pernicioso de la pandemia ha sido la demora en la detección de estas enfermedades, por lo que la disminución de ITS por la relativa limitación de la interacción social se ha visto contrarrestada por el retraso en su diagnóstico y consecuente diseminación. «Ha afectado al retraso diagnóstico en alguna de estas ITS, como consecuencia del impacto negativo que la vigilancia y manejo de Covid-19 ha tenido sobre otros programas de cribado», asegura Galán. Algo que confirman desde la SEIP: «Lo que hemos visto de momento en población general, es una reducción en los diagnósticos de ITS, con una disminución de test realizados y un aumento del porcentaje de los positivos con respecto a los hechos cuando se compara con los años previos a la pandemia. Y un incremento en el diagnóstico tardío implica un aumento en el riesgo de transmisión a otras personas»,
Pasan desapercibidas
Por eso, detectar y tratar a una persona con una infección de este tipo, además de mejorar su propia salud, evita nuevas infecciones. Por no hablar del problema de resistencia a los tratamientos que se puede generar. «En la bacteria Neisseria gonorrhoeae, el agente causal de la gonorrea, hemos tenido muchos problemas de opciones terapéuticas, puesto que es una bacteria con alta capacidad para adquirir o desarrollar resistencia a los antibióticos más comúnmente usados. Esta situación nos retrotrae a la era preantibiótica y debe ponernos en sobre aviso de los peligros inminentes que el aumento de las ITS y el consecuente aumento del consumo de antibióticos podrá tener a corto plazo», advierte Galán.
Y, dado que las ITS son a menudo asintomáticas y pasan desapercibidas durante largos periodos de tiempo, pero pueden causar secuelas a medio-largo plazo, como dolor crónico o esterilidad. Por eso, Notario destaca, «más que un problema de tratamiento de estas infecciones, que también lo hay pues cada vez son más resistentes a los antibióticos, veo un problema sobre todo en el diagnóstico. Los chavales no se reconocen los síntomas y no saben dónde o cuando ir y contar sus problemas. Esa es la mayor dificultad, incluso por parte de los profesionales sanitarios, que no pensamos tampoco en ello».
Un ejemplo de esto es, por ejemplo lo que cuenta Sainz Costa: «Desde la Unidad de Infectología Pediátrica del Hospital 12 de Octubre de Madrid evaluamos en 2019 los lugares donde acudían estos adolescentes con ITS de nuestro área de salud: un 38% se diagnosticaba en el Servicio de Urgencias, que no es el lugar idóneo donde poder atenderlos de forma adecuada. Es necesario mejorar la formación de los profesionales sanitarios para poder atender a esta población con sus derechos específicos con respecto a la confidencialidad, por ejemplo, y con sus necesidades particulares, como la de proporcionar en la misma visita un diagnóstico-tratamiento-prevención, por el limitado número de consultas médicas que suelen realizar».
En cualquier caso, el aumento en la incidencia de ITS es un fenómeno global, no específico de los adolescentes, y que afecta también a otros grupos, tanto a varones como a mujeres y a nivel global.