FUENTE: La Vanguardia.
La renuncia de la Universitat de Barcelona a seguir impartiendo su máster de homeopatía por considerarla una terapéutica en la que “falta evidencia científica” ha llenado las redes de insultos y descalificaciones mientras el ánimo de profesionales y de pacientes quedaba, como poco, herido. La evidencia científica, la medicina basada en ella, es un concepto mucho más reciente que la medicina homeopática. Pero esa misma evidencia convive sin muchos problemas en el seno de la medicina oficial con la mera experiencia de que el paracetamol funciona, aunque aún no se sepa exactamente su mecanismo de acción.
¿Medicamentos que sirven o no? Los medicamentos homeopáticos se preparan con lo que se llama ultradiluciones. Ese es el modo de no provocar efectos adversos ni toxicidad, problemas habituales en cualquier medicamento. Pero también su punto flaco en un mundo exigente a la hora de validar cualquier procedimiento terapéutico. No hay manera de demostrar que en semejante dilución quede principio activo que provoque algún efecto. “Pero a lo largo de 200 años de vida de la homeopatía se ha ido utilizando porque sí producía efecto”, explica el director del máster suspendido en la UB, el médico y homeópata Gonzalo Fernández, miembro de la Academia Médico Homeopática de Barcelona, una entidad de ámbito estatal con 125 años. “Y el efecto placebo difícilmente puede explicar que la utilicen millones de personas en todo el mundo. O que permita curar a gallinas, porque también se utiliza en veterinaria”. Desde la academia y desde la sección de homeopatía del Col·legi de Metges de Barcelona se esgrimen las revisiones sobre evidencias, “pocas aún, es cierto”, que se van publicando en revistas científicas. Sus detractores recuerdan trabajos recopilatorios que muestran exactamente lo contrario.
Entre el escepticismo y la fe. El debate sobre la homeopatía es recurrente y suele bascular entre el escepticismo y la fe. En medio, un gran abanico de reacciones. En el Col·legi de Metges de Barcelona, por ejemplo, se han suprimido cursos de información sobre homeopatía por rechazo a todo lo que no esté acreditado, a pesar de reconocer que es una terapéutica con su historia y que no todo es hoy explicable en medicina por la evidencia científica. Pero se mantienen los cursos de mindfulness o los de coaching. Escépticos se muestran los médicos menos combativos y condescendientes que creen que efectivamente en la medicina hay muchas cosas que funcionan y no se sabe por qué pero que no acaban de creer que las bolitas sirvan para algo más que para los convencidos, aquellos que afirman “a mí me funciona”. En el otro lado, otros profesionales que se aproximaron a esta terapéutica “a menudo, cuando les llegaron casos, por ejemplo un niño con amigdalitis recurrente que un día se curó y la madre comunicó que había acudido a las bolitas. Al tercer caso, buscas información. Nosotros también participamos del escepticismo porque nos hemos formado en las mismas facultades, pero hemos encontrado la posibilidad de ejercer una medicina realmente personalizada y que pone en medio al paciente. Da muchas satisfacciones”, reconoce Gonzalo Fernández.
¿Pacientes mal informados? “Entre nuestros pacientes hay médicos, abogados, taxistas”. Suelen llegar a la homeopatía cuando lo demás no acaba de funcionar. “Una persona a la que su enfermedad la lleva a vivir mal y con una cajita con cinco o seis pastillas distintas para cada una de sus dolencias suele explorar otras soluciones que mejoren su calidad de vida. El 30% de la población acude en algún momento terapias complementarias en España. La mayoría de nuestros pacientes son crónicos con problemas articulares, digestivos, respiratorios que no acaban de ir bien con la asistencia sanitaria recibida. Nosotros ofrecemos otra opción terapéutica. Pero somos médicos”, recuerda Guillem González, presidente de la sección homeopática del colegio profesional de Barcelona. Aclara la profesión porque cree que el vapuleo público que está sufriendo la homeopatía “va a dejarla en manos de personas más o menos bienintencionadas que capitalizaron el paro y realizaron un cursillo. En la sección colegial somos 300 médicos; los que ejercen y no son médicos son muchísimos más”.
Bolita o antibiótico. Entre esos 300 médicos inscritos en la sección de homeópatas del COMB hay un buen número de médicos de familia y pediatras que practican esta terapéutica o medicina complementaria en su ambulatorio. “Dan esa otra opción a sus pacientes”, aclara González. “Es fundamental que se informe claramente al paciente. Por eso defendemos que este tipo de terapia complementaria, que no alternativa, la practiquen médicos”, dice el presidente del colegio Jaume Padrós. La base de esta terapéutica, además de las sustancias ultra diluidas, es la historia clínica, “en la que se tienen en cuenta todos los aspectos que interfieren en la vida de esa persona y con esos datos prescribimos. Por eso es una medicina personalizada”. ¿Y si hay una neumonía? “Si necesita antibiótico, evidentemente le daré antibiótico, o si ha de ir al hospital. Si es mi paciente, un crónico que se reagudiza, puedo plantear otro tratamiento”. Gonzalo Fernández defiende que “no curo el cáncer, pero ante una enfermedad tan grave, sí puedo aumentar su calidad de vida, desde reducir sus efectos secundarios hasta aliviar su ansiedad. Trabajo al lado del oncólogo”.
¿Anticuada o que rompe esquemas? Cuantos más instrumentos de evaluación maneja la medicina, más atrás se queda la homeopatía, que surgió hace 200 años como una auténtica modernización de la medicina. Ese es el punto de vista de Jaume Padrós, que relativiza el conflicto recordando que tampoco hay evidencia en otro muchos tratamientos que se utilizan en la medicina clásica y no se cuestionan tanto, desde la ozonoterapia a los medicamentos a base de extractos de cartílago pasando por la medicina antiaging o los factores de crecimiento para enfermedades crónicas. “El problema surge si lo ha de pagar el dinero de todos, la sanidad pública”. Ahí solo cabe lo que pasa por el tamiz de las agencias de evaluación independientes. “El esfuerzo de descalificación de la homeopatía, cerrando los cursos en las universidades, primero Sevilla, Córdoba, Zaragoza, ahora Barcelona, no se explica fácilmente sin recurrir a teorías conspiratorias. Pero creo que en el fondo el problema es que rompe paradigmas: para la homeopatía se ha de tener en cuenta el germen que te infecta y también el terreno. La homeopatía fortalece el terreno”.
Tolerada, discutida, oficial. Francia la incluye en las prestaciones de la sanidad pública, también Alemania y Austria. Reino Unido tiene un fuerte debate parlamentario sobre si se ha de dedicar como hasta ahora millones del dinero público a una medicina sin evidencia científica y con evidencias en contra de que sea afectiva. India la tiene como medicina oficial. España va y viene. A principios de los 2000 parecía que se iba a regular su práctica. Demasiado complicado. Las universidades ofrecían posgrados y las consultas privadas proliferaron. Ahora la situación es mucho más dura. Los homeópatas están convencidos de que la demanda va a aumentar.