Fuente: 20 Minutos
La boca, como las demás mucosas del cuerpo, es una zona frágil que es propensa a sufrir determinados tipos de lesiones. La mayoría, y las más frecuentes, no son graves, pero pueden llegar a ser muy molestas.
¿Qué son las aftas bucales?
Las aftas, también conocidas como úlceras aftosas, son unas pequeñas lesiones superficiales que aparecen en los tejidos blandos de la boca o también en la base de las encías.
Sus causas no están demasiado claras, aunque se barajan varias causas que incluyen lesiones mecánicas (por ejemplo, por morderse accidentalmente, por bruxismo, por un trabajo dental o por limpieza excesiva o demasiado fuerte), lesiones químicas (por dentífricos o enjuagues bucales con lauril sulfato de sodio; o por algunos alimentos), carencias de ciertos elementos (como vitamina B-12, cinc, folato o hierro), determinadas bacterias, cambios hormonales y estrés. En cualquier caso, sí que está claro que las aftas no se contagian de persona a persona.
¿Cuáles son sus síntomas?
Las aftas suelen ser de pequeño tamaño, forma redonda u ovalada y con un centro blanco-amarillo y el borde rojo. Aparecen dentro de las mejillas o labios, en el paladar o en la base de las encías, y provocan una cierta sensación de hormigueo o ardor.
Según el tamaño y su presentación (aislada o en grupo) se clasifican como menores (más pequeñas y de más rápida curación), mayores (más grandes, dolorosas y de curación más lenta) o herpetiformes (muchas pequeñas y en grupo).
¿Cómo se tratan?
La mayoría de aftas, que pertenecen al grupo de las aftas menores, se curan por sí solas en unas dos semanas.
El tratamiento, por tanto, suele reservarse para las aftas más grandes y dolorosas, y consistir en el uso de enjuagues bucales especiales (como los que contienen el esteroide dexametasona o los que contienen lidocaína), productos tópicos (con benzocaína, fluocinonida o peróxido de hidrógeno) o medicamentos orales (como el sucralfarato, la colquicina o esteroides orales).