Fuente: EFE Salud
Algunas personas sienten recelo a la hora de desprenderse de la mascarilla y no solo es por miedo al contagio, sino también por circunstancias que van desde la timidez a la ansiedad social por sentirse expuestos y es lo que algunos expertos han denominado el "síndrome de la cara vacía".
“La mascarilla nos ha protegido no sólo del virus, sino también de las miradas ajenas, del escrutinio del otro y ha sido, en este punto, de gran ayuda para algunas personas”, explica la psicóloga Pilar Conde.
El Consejo de Ministros aprueba este martes, tras la Semana Santa, el real decreto que exime de la obligatoriedad de utilizar las mascarillas en interiores, una norma que estaba vigente desde mayo de 2020.
Nunca en dos años de pandemia había dejado de ser obligatoria en interiores pero sí se había relajado su uso en exteriores cuando hubiera distancia de social, como ocurrió el pasado verano, aunque luego en diciembre, con la llegada de ómicron, nos la tuvimos que volver a poner hasta el pasado 10 de febrero cuando la sexta ola de la pandemia ya estaba en fase de descenso.
Pero siempre hay que llevar encima una o varias mascarillas. Este elemento protector sigue siendo obligatorio en los medios de transporte y en los centros sanitarios y sociosanitarios, farmacias y otros ámbitos vulnerables.
El Ministerio de Sanidad recomienda llevar siempre la mascarilla ante aglomeraciones en el exterior e interior y cuando estemos ante personas vulnerables.
Quiénes podrían sufrir el síndrome de la cara vacía
Para la psicóloga Pilar Conde, “la ansiedad social puede afectar a quienes sienten más temor del habitual a ser evaluados, se sienten inseguros ante la opinión que los demás puedan tener de ellos” sin mascarilla.
“Son personas que tienen dificultades para realizar ciertas interacciones sociales, como hablar en público o relacionarse en lugares concurridos”, apunta la directora técnica de Clínicas Origen.
Pero también a los adolescentes y jóvenes son otro grupo a los que les puede costar quitarse la mascarilla y sufrir de alguna manera ese síndrome de la cara vacía.
Lla directora de la Fundación Nuevas Claves Educativas y Máster en Orientación Familiar de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), María Campo Martínez, señala que psicólogos y pedagogos perciben en los adolescentes un sentimiento de inseguridad a quitarse la mascarilla.
La mascarilla, apunta, les ayuda a estar más cómodos en "su yo" y "temen ser rechazados o no ser aceptados del mismo modo por sus iguales, que son tan importantes para ellos".
Pilar Conde, añade, “es un momento de autoconocimiento y autoestima, donde las habilidades sociales y la comunicación juegan un papel importante, por lo que retirar la mascarilla y exponerse al completo en estas interacciones, puede también generar cierto malestar”.
El físico juega también un papel importante, “los adolescentes están en pleno proceso de cambio y, de pronto, si no han mostrado su rostro en su grupo ni en redes sociales, van a verse forzados a hacerlo. Dos años es mucho tiempo a estas edades y puede que sientan desde recelo a hacerlo hasta miedo por como puedan ser percibidos por el resto”.
No obstante, tranquiliza Pilar Conde, “unos y otros se irán liberando del malestar sin mayor problema y serán sólo una minoría quienes precisen de ayuda psicológica para superarlo”.
También puede haber otro perfil de persona que simplemente tenga miedo al contagio por coronavirus al quitarse la mascarilla, sentirse insegura.
Por eso, la psicóloga Pilar Conde recomienda ante el síndrome de cara vacía:
El Gobierno ha decidido que la mascarilla deje ser obligatoria en interiores, salvo las excepciones mencionadas, una vez que la estrategia de control de la covid ha cambiado y ahora se focaliza en los mayores de 60 años y en los casos vulnerables tras alcanzar un 92% de población vacunada mayor de 12 años. ¿Es un adiós o solo un hasta luego?