Fuente: La Razón
La diabetes eleva el azúcar en la sangre a niveles por encima de lo normal, algo que a largo plazo puede provocar problemas de todo tipo en el organismo. Desde dañar sus ojos, riñones, nervios, piel, corazón, huesos y vasos sanguíneos a dificultar el control de la presión arterial y el colesterol, que de no tratarlo puede derivar un ataque cardíaco o en demencia.
Por ello, es fundamental tener los niveles de glucemia controlados. Según explica la Clínica Mayo, en el 95% de los casos de diabetes no se conocen las causas. Sin embargo, apuntan que algunos factores de riesgo que pueden provocar la enfermedad en personas que tengan más predisposición. En el caso de la diabetes tipo 2, hay una parte de los condicionantes que no se pueden modificar pero otros sí como son un cambio de estilo de vida basado en una alimentación adecuada, la realización de alguna actividad deportiva de manera regular y llevar un control médico periódico porque tener bajos los niveles de glucosa también puede ser dañino para la salud e incrementa el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas.
Para conocer los niveles de azúcar en sangre hay que realizar una prueba sanguínea en ayunas, sin haber tomado alimentos en al menos 8 horas:
Un nivel de glucosa por debajo de 100 miligramos por decilitro (mg/dl) (5,6 milimoles por litro [mmol/l]) se considera normal.
Si los valores se sitúan entre 100 y 125 mg/dL (5,6 a 7,0 mmol/L) se considera prediabetes. Este resultado se denomina a veces glucosa en ayunas alterada.
Si el nivel de glucosa sanguínea es de 126 mg/dL (7,0 mmol/L) o superior indica que se padece diabetes tipo 2.
Hay una serie de síntomas que puede alertar de la enfermedad como: aumento de la sed, de las ganas de orinar y del apetito, fatiga, visión borrosa, entumecimiento u hormigueo en las manos o los pies, úlceras que no cicatrizan o pérdida de peso sin razón aparente.
Es cierto que la edad, la herencia genética, pertenecer a una raza con mayor predisposición o tener un trastorno de tolerancia a la glucosa son variables no controlables pero hay otras que sí: la obesidad, el sedentarismo, tabaquismo, hipertensión arterial o colesterol alto. Y por supuesto, la alimentación.
De todos los nutrientes, los hidratos de carbono son los alimentos que más hay que vigilar. Después de comerlos, el organismo los convierte en glucosa (azúcar). Pero no todos los hidratos de carbono son iguales. Los diabéticos deberían por norma general (salvo en hipoglucemias) evitar las bebidas azucaradas (refrescos, cacao en polvo, zumos de brick...) y “algunos de estos contienen hasta 16 sobres de azúcar por cada medio litro, por lo que no son recomendables para nadie (y mucho menos si el paciente es diabético)”, según alerta riojasalud.es.
La principal fuente de hidratos deben ser frutas, verduras y lácteos y las legumbres. Además, los cereales (pan, pasta, arroz...) deben limitarse en la dieta. En cuanto a la fruta, lo recomendable es tomar tres piezas diarias y las mejores variedades para controlar la diabetes son los arándanos, frambuesa, grosella, limón, melón, mora, pomelo, sandía, albaricoque, ciruela, fresa, fresón, granada, kiwi, manzana, mandarina, maracuyá, melocotón, naranja, nectarina, papaya, paraguaya, pera y piña. Asimismo, deben evitarse las de mayor contenido en azúcar: breva, caqui, cereza, chirimoya, higo, mango, níspero, plátano, uva, piña en almíbar, melocotón en almíbar, uva pasa, dátil y dátil e higo seco.
Pero, ¿existen alimentos que ayuden a reducir los niveles de forma natural? lo cierto es que sí y además, alguna combinación de alimentos con arroz también puede lograrlo por extraño que parezca.
Así, estos son los alimentos que ayudan a bajar los niveles de azúcar en sangre: