FUENTE: El Mundo.
Una de las mayores preocupaciones de las autoridades sanitarias de EEUU es la adicción de una gran parte de su población a los fármacos contra el dolor más potentes, como la morfina y los opiáceos. Por eso, después de meses de debate, los Centros de Control de las Enfermedades (CDC) han dado a conocer sus nuevas guías con las que pretenden atajar esta epidemia.
Tom Frieden, director del organismo, ha sido el encargado de dar a conocer los 12 puntos con los que se pretende atajar la escalada de sobredosis por fármacos legales, que superan ya a las de la heroína en EEUU.
Entre otras cosas, la guía trata de limitar el acceso a fármacos opiaceos, como la morfina y otros derivados, pero al mismo tiempo garantizando su adecuado uso en pacientes que sufren fuertes dolores (por ejemplo, a causa de algún cáncer terminal).
Entre otras cosas, las nuevas guías recomiendan otras alternativas no opiáceas, excepto para el dolor oncólogico y la atención al final de la vida. Admás, en el caso de que sea necesario recurrir a estos medicamentos, los médicos tratarán de recetar la dosis más baja posible para reducir el riesgo de sobredosis o el efecto adictivo que pueden tener estas sustancias si se usan a largo plazo.
Entre otras cosas, recomienda que si se inicia el tratamiento a causa de un dolor agudo, no supere los tres días, "raramente se necesitará más de una semana".
El documento, muy esperado, aconseja evaluar el tratamiento al cabo de una y cuatro semanas del inicio y continuar de cerca el seguimiento al paciente cada tres meses. Si el balance entre los riesgos y los beneficios de esta potente medicación no es positiva, los CDC aconsejan probar otras terapias analgésicas.
Además, antes de recetar un opiáceo a cualquier paciente, se recomienda evaluar su posible riesgo de adicción o el riesgo de combinar estos tratamientos con otros medicamentos que pueda estar recibiendo para otras enfermedades.