Fuente: El Mundo
Podría decirse sin miedo a equivocarse que no hay un solo domicilio en nuestro país en el que no haya alguno de estos dos populares analgésicos, o los dos, y es que cada año el paracetamol y el ibuprofeno se cuelan entre los fármacos más demandados. No en vano, en España se venden cada año en las oficinas de farmacia más de veinte millones de comprimidos de paracetamol.
Pero no siempre sabemos por cuál de los decantarnos cuando nos duele algo o cuando tenemos fiebre, y muchas veces nos vamos al que tenemos en casa o al primero que vemos. Incluso hay quien asegura que es fiel a uno o a otro porque es el que mejor le va, llegando a rechazar alguno de ellos simplemente por una cuestión de confianza y fidelidad a un determinado principio activo. Los pacientes nunca dejarán de sorprenderme.
EL PARACETAMOL
Es el fármaco de la doble A, ya que tiene una doble función: es antipirético y analgésico. Es decir, nos sirve tanto para controlar la fiebre como para mitigar el dolor. Podemos encontrarlo como genérico o bajo un sinfín de nombres comerciales: Termalgin, Apiretal, Gelocatil, Efferalgan... Pero todos contienen como elemento principal el mismo principio activo, generalmente en concentraciones de 500, 650 o 1000 miligramos.
Una de las partes más positivas de este fármaco es que no daña el estómago, no es gastroerosivo. Es el analgésico de elección en las mujeres gestantes, y durante la lactancia materna pueden tomarlo con tranquilidad ya que se considera seguro y compatible con la misma.
La parte negativa es que si nos pasamos de dosis, si tomamos más de la que deberíamos, puede tener consecuencias muy graves sobre nuestro hígado.
EL IBUPROFENO
Es el fármaco de la triple A, ya que actúa hasta de tres formas diferentes sobre nuestro cuerpo: es antipirético, analgésico y antiinflamatorio. Nos serviría por tanto para controlar la fiebre, el dolor y la inflamación.
En las oficinas de farmacia podemos encontrarlo como genérico o bajo el nombre de Espidifen, Neobrufen, Dalsy... La presentación habitual es en sobres o comprimidos de 400 o 600 miligramos.
Con este fármaco debemos tener especial precaución ya que puede dañar fácilmente nuestro estómago, especialmente si el consumo es continuado, pudiendo llegar a producirse lesiones importantes con sangrado en la mucosa gástrica.
ENTONCES, ¿CUÁNDO TOMO CADA UNO?
Lo recomendable es que nos decantemos por el paracetamol cuando tengamos fiebre o cuando tengamos un dolor que no implique inflamación, como por ejemplo el típico dolor de cabeza.
Nos decidiremos por el ibuprofeno cuando tengamos fiebre o un dolor de carácter inflamatorio, como puede ser el dolor muscular por una contractura o el dolor articular.
¿ES MEJOR EL IBUPROFENO CON ARGININA?
Entre las múltiples presentaciones del ibuprofeno podemos encontrar una en la que en el envase especifica que va asociado a la arginina. Se trata de un aminoácido muy conocido con múltiples usos en medicina, bien sea solo o asociado a otros principios activos.
Cuando se mezcla con el ibuprofeno conseguimos que el tiempo de absorción del medicamento se acorte, consiguiendo que el efecto sea más rápido y por eso algunas personas piensan que esta combinación es mejor. El efecto de la triple A es el mismo, la única diferencia es que se consigue más rápido.
¿PUEDO ALTERNAR PARACETAMOL CON IBUPROFENO?
Mejor no. Esto es algo que haremos como último recurso, si no hay otra forma de bajar la fiebre, y siempre recomendado por tu médico o por el pediatra del niño.
Al asociar los dos fármacos estamos sumando efectos secundarios, por lo que de inicio intentaremos siempre controlar la fiebre solamente con uno de los dos.
¿VIVIMOS CON DOLOR?
Si nos fiamos de las cifras, desde luego España es un país dolorido. Según los últimos datos del Ministerio de Sanidad, en el año 2021 se dispensaron 117 millones de envases de fármacos para el dolor. Los analgésicos son ya los medicamentos más recetados en nuestro país, con una clara tendencia al alza desde el año 2012.
Hay que destacar el dato que ofrece la Sociedad Española del Dolor, que asegura que uno de cada cinco ciudadanos sufre dolor crónico. Probablemente el hecho de que España tenga una población envejecida sea una de las claves para comprender este dato, y es que cuantos más años cumplimos más aumenta la prevalencia de problemas osteomusculares, y demasiadas veces no existe una alternativa no farmacológica a ese dolor.