80 millones de personas conviven con un ruido interior permanente que les provoca un fuerte malestar emocional que puede parecerse a un zumbido, una chicharra o un pitido. ¿Hay tratamiento?
Fuente: Diario de Navarra
Es como un zumbido, un pitido, una chicharra, la antigua carta de ajuste de televisión o el vapor que escapa de una olla a presión. Muchas personas experimentan alguna vez este sonido en uno o ambos oídos, o incluso dentro de la cabeza, sin que haya fuente exterior que lo genere. Denominado acúfeno o tinnitus, suele remitir transcurrido un cierto tiempo, pero no siempre desaparece.
De hecho, se calcula que el 1 % de la población lo sufre de manera permanente. Los acúfenos producen inicialmente sorpresa, después molestia o irritabilidad y, en numerosas ocasiones, ansiedad, estrés o depresión. En definitiva, merman considerablemente la calidad de vida de quienes los padecen.
Aunque tienen un origen muy variable, se acepta que surgen cuando la parte neural del sistema auditivo (desde el nervio auditivo hasta la corteza auditiva) trata de compensar un déficit de actividad de la parte periférica (los oídos externo, medio y externo). Dicha deficiencia puede estar causada por una pérdida de audición a algunas frecuencias.
Generalmente, no producen dolor, ni tienen una intensidad excesivamente alta. Por ejemplo, el 85 % de los 1 422 pacientes incluidos en la base de datos de la Universidad de Oregón reportaron un nivel de sensación (intensidad por encima de su umbral de audición) inferior a 9 decibelios. Y sin embargo, las personas afectadas experimentan un sufrimiento emocional profundo.
¿Dónde se origina el sufrimiento emocional?
Nuestro sistema auditivo tiene conexiones con varias estructuras del cerebro, fundamentalmente con el sistema límbico, que regula las emociones. Cuando el acúfeno lo activa, desencadena una serie de reacciones emocionales negativas. Se produce entonces un círculo vicioso entre la señal auditiva y dichas reacciones emocionales.
El zumbido genera las alteraciones, que a su vez incrementan el zumbido, y así sucesivamente. Se sabe que el principal problema es la exacerbación de este circuito entre la señal auditiva y el sistema límbico. Por lo tanto, se puede ayudar a los pacientes mediante tratamientos dirigidos a desactivarlo.
Entonces, ¿se puede tratar?
Como se ha señalado más arriba, del orden del 1 % de la población sufre de acúfeno severo. Es decir, habría unos 80 millones de personas en el mundo con este trastorno. Y a pesar de su alta incidencia, y del esfuerzo realizado por la investigación en este campo, no existe todavía ningún medicamento para curarlo.
Afortunadamente, se han propuesto muchas terapias que pueden aliviar el sufrimiento emocional asociado al acúfeno. Las que mejor funcionan combinan los tratamientos sonoros, que tratan de disminuir el zumbido, con el consejo terapéutico, que busca desactivar las reacciones negativas desencadenadas por el trastorno.
¿Cómo se mide su gravedad?
Antes de iniciar una terapia, lo habitual es evaluar la repercusión del acúfeno en la calidad de vida del paciente. Se utilizan unos cuestionarios y escalas para valorar la angustia y el malestar que genera, así como su interferencia con el sueño y la concentración. También se usan para evaluar la eficacia del tratamiento, comparando el resultado del cuestionario antes y después del mismo.
Actualmente se dispone de una gran variedad de test que valoran el grado de severidad en función de las respuestas. El Inventario de Incapacidad del Acúfeno (THI) es el más empleado.
Terapias sonoras
Los tratamientos sonoros tratan de diseñar unos ambientes acústicos para compensar la actividad perdida en el sistema auditivo periférico o para amplificar el ambiente sonoro en los rangos de frecuencias perdidas. Se llevan a cabo mediante audífonos, implantes cocleares o algún dispositivo que genere sonido.
Estas terapias se aplican para modificar el procesamiento de la señal auditiva a nivel subconsciente: los cambios neurales inducidos por el estímulo sonoro promueven la habituación a la percepción del acúfeno. Así se disminuye la intensidad de la actividad neural aberrante inducida por el zumbido en el sistema auditivo, así como las relacionadas con el sistema límbico.
Ambiente Acústico Enriquecido
En nuestro grupo del CSIC tenemos en curso un estudio clínico para evaluar la eficacia de uno de estos tratamientos: el llamado Ambiente Acústico Enriquecido.
Consiste en un estímulo sonoro secuencial o continuo que compensa las pérdidas de audición del sujeto, consideradas como uno de los más importantes disparadores del acúfeno. Mientras que el audio secuencial consiste en una serie de tonos de frecuencia aleatoria y amplitud proporcional a la pérdida auditiva a esa frecuencia, el estímulo continuo es un ruido de banda ancha con espectro similar a la audiometría de cada oído.
De los 83 pacientes que han finalizado hasta ahora este tratamiento de cuatro meses, 80 consiguieron una mejora clínicamente significativa, medida como una bajada promedio de 23 puntos de su THI.
De los resultados de nuestro estudio concluimos que la terapia de Ambiente Acústico Enriquecido es capaz de aliviar el sufrimiento emocional de los pacientes. Cuando finalizan la terapia, comentan que “aunque los acúfenos no han desaparecido, están bajos y durante la mayor parte del día no les prestan atención”; que “se encuentran mucho mejor y conviven con el ruido sin que interfiera demasiado en su vida”; o que han experimentado “una gran mejoría, sobre todo en la percepción del acúfeno y la tolerancia al mismo”.
Pedro Cobo Parra, Investigador Científico, Instituto de Tecnologías Físicas y de la Información Leonardo Torres Quevedo (ITEFI -CSIC) y María Cuesta Ruiz, Científica titular. Instituto de Tecnologías Físicas y de la Información Leonardo Torres Quevedo (ITEFI), Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).