Fuente: La Razón
Esta pandemia debe ser fuente de aprendizajes que nos hagan evolucionar, mejorar y transformarnos, especialmente en el ámbito sanitario.
Hemos sufrido como sociedad, pero también hemos reconocido el valor de la salud, nos hemos dado cuenta de que los medicamentos son una inversión que salva vidas, y del papel esencial de los profesionales sanitarios. Un contexto en el que la red de más de 22.000 farmacias ha sido fundamental, una red de conocimiento, profesionalidad, cercanía y confianza.
No estamos en situación de no aprovechar los recursos existentes y ahora es el momento de hacerlo, de integrar toda la evidencia e información que podemos aportar como infraestructura sanitaria con capilaridad inigualable. Los farmacéuticos pedimos que el enorme conocimiento epidemiológico que tenemos –con los 2,3 millones de personas que son atendidas cada día en las farmacias– lo podamos proporcionar al sistema sanitario, para que se integre en la vigilancia de la Salud Pública.
Hemos conseguido que así sea en las recomendaciones sobre salud comunitaria del Marco estratégico de atención primaria del Ministerio de Sanidad. Ahora nuestro empeño está en el futuro Decreto de Vigilancia y en la Ley de Creación del Centro Estatal de Salud Pública.
No hacerlo supondría obviar, en un momento de vital importancia, a la mayor red de inteligencia sanitaria del país, tanto para recoger datos como para generar conocimiento que permita adoptar las decisiones adecuadas en tiempo real.
Las farmacias son un instrumento para reforzar la Salud Pública, para dotarla de mayor capacidad. Apostar por ella e integrarla asistencialmente en el sistema va a ser el éxito de muchas políticas sanitarias.