Fuente: La Razón
La migraña es una enfermedad neurológica que afecta a un 20% de la población y es tres veces más frecuente en mujeres que en hombres. Se caracteriza por padecer ataques, más o menos frecuentes, a lo largo de la vida de la persona. Los ataques tienen una duración de 4 a 72 horas y se pueden experimentar tres fases. En una primera, pueden sentir uno o varios síntomas premonitorios o pródromos (bostezos, avidez por determinados alimentos, retención hídrica; auras visuales, sensitivas y/o del lenguaje...). Posteriormente, aparecerá el dolor intenso, además de síntomas como la molestia a la luz, ruido u olores, náuseas, vómitos, gran malestar general, etc. Y, por último, puede sentir los post-pródromos o síntomas resolutorios (cansancio, aumento de la micción, somnolencia, molestia a estímulos externos...). A causa esto, la sufre una discapacidad reversible durante el ataque.
1. ¿ Existen diferentes tipo?
Sí. Hay una clasificación internacional que diferencia los tipos de cefalea y de migraña. Es importante mencionar, que la migraña es una enfermedad crónica, ya que acompaña a la persona prácticamente a lo largo de toda su vida, pero en función de los días que se sufre los ataques al mes, diferenciamos tres grupos: la migraña episódica de baja frecuencia (menos de 10 días al mes), la episódica de alta frecuencia (de 10 a 14 días al mes) y la migraña crónica (más de 15 días de dolor al mes).
2. ¿Qué factores desencadenan los ataques?
Diferenciamos dos tipos. Los factores no modificables, que son aquellos más difíciles de manejar y que no podemos incidir, como los cambios hormonales o cambios meteorológicos. Y los factores modificables, que son importantes identificar y evitar, ya que, en algunos casos, podemos evitar que se desencadene el ataque: falta o exceso de sueño, estrés, consumo de alcohol, uso excesivo de bebidas estimulantes y estímulos externos nocivos (luz, ruido, olores…).
3. ¿Qué consecuencias puede tener en la vida laboral y personal de los que la padecen?
El ataque de migraña produce discapacidad, que a pesar de que es transitoria y desaparece al pasar la crisis, mientras se tiene limita el desarrollo habitual. Además, el dolor es poco visible exteriormente, y eso hace que sea difícil de comprender por parte de las los que no lo sufren. Es imprescindible aumentar la concienciación social para que quienes tienen esta enfermedad sean comprendidos en el entorno laboral.
4. ¿Por qué es importante tratarla y quién tiene que hacerlo?
Es una enfermedad infradiagnosticada e infratratada. Es crucial que se diagnostique para evitar la progresión de la enfermedad y evitar los estadios de cronicidad (más de 15 días al mes). La primera puerta de entrada al sistema sanitario es el médico de cabecera, en muchos casos se puede manejar la enfermedad desde el centro de salud. En los casos más complicados se realizará una derivación al neurólogo general o experto en cefalea.
5. ¿Qué recomendaciones daría a una persona que las sufre?
La principal es que acuda al médico para que le pueda realizar un diagnóstico y tratamiento adecuado. Las recomendaciones tienen que ser individualizadas en función del estado de la enfermedad, de los síntomas más frecuentes y si padece otra patología, pero de manera general, que mantengan una hidratación correcta, un ritmo de sueño regular, evitar el consumo de alcohol, y uno excesivo de bebidas estimulantes y no realizar ayuno prolongado. Además, que registre los días de dolor en un calendario para ayudar al diagnóstico, la personalización del tratamiento y controlar la evolución.