Fuente: La Razón
El calor del verano puede ser realmente insufrible. Y es común que -para sobrellevarlo- algunas personas interrumpan un poco su rutina diaria para estar unos minutos sentados. Un momento que suele aprovecharse también para quitarse un rato los zapatos. Y si alguna vez has hecho esto, es normal que hayas experimentado cómo ahora nos cuesta volver a ponernos los mismos zapatos que antes… o que estos nos aprietan demasiado.
¿Cuál es la causa?
Las altas temperaturas, sumadas a una mala circulación sanguínea, pueden hacer que se nos hinchen los pies y los tobillos. Es lo que los médicos llaman edema periférico. Y en esencia, es una hinchazón causada por el exceso de líquido atrapado en los músculos de nuestras piernas. El calor favorece que esto suceda, porque hace que las venas se dilaten y esto dificulta el retorno venoso... produciéndose así la inflamación.
Sin embargo, también hay algunos factores que pueden hacer que una persona sea más susceptible al problema:
¿Qué puedo hacer para evitarlo?
Es normal que tengamos los pies hinchados si -por ejemplo- acabamos de recorrer 20 kilómetros a pie… en pleno mes de julio. Y evidentemente, esto no significa que debamos preocuparnos por el tema. Ahora bien, si es algo que sucede con frecuencia y sin que hayamos hecho nada extraordinario para merecerlo, es importante que busquemos el consejo de un profesional de la salud que nos orientará sobre cómo podemos proceder a partir de ahora.
Mientras tanto, debes asegurarte de dejar a tus pies descansar como es debido. Y para ello, hay varios hábitos que puedes incluir en tu rutina. Por ejemplo, puedes utilizar un calzado cómodo y que no apriete para estar por casa, acostumbrarte a levantar las piernas por encima de la altura a la que está el corazón durante al menos 15 o 20 minutos todos los días, reactivar la circulación con un masajeando los pies y los tobillos, dejándolos reposar un rato en agua fría.
También es importante que nos aseguremos de no estar empeorando el problema con alimentos que beneficien la retención de líquidos como el café, el alcohol o la sal. Lo mejor es beber mucha agua y consumir alimentos que favorezcan la correcta circulación sanguínea.