Por Patricia Estevan | Revisado por María Gil
La enfermedad de Alzheimer (EA) es la forma más común de demencia. Se trata de un trastorno neurodegenerativo que cursa con un deterioro continuo en el pensamiento, el comportamiento y las habilidades sociales, lo que afecta gravemente la capacidad de una persona de llevar a cabo sus actividades diarias y vivir de forma independiente.
A medida que van muriendo las células nerviosas, se van atrofiando las diferentes zonas del cerebro y van apareciendo sus síntomas tempranos. Así pues, es una enfermedad irreversible y, por el momento, incurable.
Con el paso de los años las investigaciones han ido avanzando y se han ensayado y aprobado tratamientos con los que es posible mejorar temporalmente los síntomas y frenar el avance de la enfermedad, atenuando los problemas conductuales y neurológicos que presenta.
La EA no cuenta con una terapia farmacológica sólida, pero gracias a la investigación hay disponibles algunos fármacos que pueden frenar o ralentizar los síntomas.
Algunos de los tratamientos actualmente empleados son los siguientes:
- Inhibidores de la colinesterasa (IACE): donezepilo, galantamina, rivastigmina
La colinesterasa es una enzima que hidroliza el neurotransmisor acetilcolina, por lo que, al inhibir su hidrolisis, aumentan las concentraciones de este.
Es el tratamiento más empleado y con mejores evidencias en la enfermedad. Están aprobados para EA leve a moderadamente grave, aunque también han demostrado eficacia en fase grave de la enfermedad.
Se ha observado mejoría sintomática en cognición, actividades de la
vida diaria y síntomas psicológicos y conductuales, sin diferencias significativas entre ellos en eficacia o seguridad. Aunque suelen ser bien tolerados, pueden dar lugar a reacciones adversas leves, como náuseas, vómitos, diarreas y pérdida de peso.
- Memantina
Es un antagonista no competitivo de los receptores glutaminérgicos NMDA. Ha demostrado también mejoría en cognición, estado clínico global, actividades de la vida diaria y alteraciones conductuales en EA moderada y grave. Además, se ha observado cierto beneficio con el uso combinado de IACE frente a monoterapia con IACE en EA moderada a grave. Generalmente, es un tratamiento bien tolerado que puede producir reacciones adversas similares a las anteriores, como náuseas, vómitos y estreñimiento.
Cabe destacar que es igualmente importante combinar el tratamiento farmacológico con un estilo de vida saludable que incluya una dieta adecuada, ejercicio físico frecuente, una buena higiene del sueño y que favorezca las relaciones sociales y las actividades de estimulación cognitiva. De este modo, es posible disminuir el riesgo, retrasar la aparición o ralentizar la progresión de la enfermedad.