FUENTE: El País.
Pfizer claudica. La farmacéutica estadounidense anunció ayer antes de la apertura de Wall Street que renuncia a la compra de la irlandesa Allergan, una operación de 160.000 millones de dólares (unos 140.000 millones de euros) con la que iba a crear la mayor compañía de salud del mundo. El desenlace se hizo inevitable tras las medidas anunciadas el martes por la Administración de Barack Obama para desincentivar la deslocalización para reducir el pago de impuestos.
La fusión estaba diseñada para que la mayor farmacéutica de EE UU estableciera su sede fiscal en Irlanda, donde el impuesto de sociedades es el 12,5%. Pfizer utilizó como argumento que el ahorro que obtendría mediante los impuestos los dedicaría a invertir en la investigación y el desarrollo de nuevos tratamientos. Además, Ian Read, su consejero delegado, defendió que la operación era necesaria para acabar con una desventaja competitiva frente a sus rivales internacionales, que pagan significativamente menos impuestos.
La compra se anunció en noviembre, desafiando entonces una segunda ronda de medidas para combatir la táctica conocida como “inversión fiscal”. Sin embargo, la unión de la dueña del Viagra y del Botox se hizo imposible con la tercera batería de medidas contra estas artimañas fiscales. Es la misma táctica que utilizó Allegar para comprar Actavis, que dio lugar a Allergan, y a la que Pfizer deberá pagar 400 millones de dólares como compensación por la ruptura.
Brent Saunders, consejero delegado de Allergan, comentó tras anunciarse el abandono de la fusión que las medidas adoptadas por el Gobierno de EE UU están diseñadas “al milímetro” para torpedear la operación. “Evidentemente, han tenido éxito”, admitió, al tiempo que señaló que “las reglas se cambiaron cuando el juego ya había comenzado”. Y se quejó de que Obama usara una retórica negativa hacia su compañía.
La oposición política a este tipo de operaciones apoyadas en las ventajas fiscales ya frustró antes la tentativa de Pfizer por hacerse con el control de la británica AstraZeneca. El Tesoro de EE UU no tiene poderes para bloquear fusiones, pero sí puede influir haciendo más difícil que puedan financiarlas, retirando las desgravaciones a la asunción de la deuda o limitando el uso de efectivo que tienen en el exterior.
Aunque es cierto que el departamento que dirige Jack Lew se dota de nuevas armas para combatir la “inversión fiscal”, la realidad es que solo el Congreso de EE UU es el que puede tapar las puertas traseras que permiten a las grandes corporaciones evitar el pago de impuestos de manera legal. Los candidatos presidenciales, tanto demócratas como republicanos, elevaron durante las últimas semanas el tono de sus críticas hacia un comportamiento que califican de “antiamericano”.