Quien más, quien menos… todos tenemos alguna que otra cicatriz en nuestro cuerpo. Algunos las tienen por haber estado en el lugar y en el momento equivocado, otros por un exceso de valentía, otros porque el azar quiso que superasen alguna afección médica o que pasaran por quirófano… y otros por pura y simple imprudencia.
Los tejidos conectivos que se forman después de las lesiones provocadas por estas “aventuras” son más densas y fibrosas que el resto de la piel. El resultado es una marca que -en la mayoría de los casos- nos acompaña de por vida. Aunque suele hacerlo sin darnos ningún problema… más allá de la cuestión estética, claro.
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