Nuevos estudios relacionan la inflamación en la boca con enfermedades como la diabetes, la depresión o los ictus

“Cuando hablas con los médicos, y te explican lo que estudian en la carrera de Medicina, te dicen que el aparato digestivo para ellos empieza una vez ha terminado la boca”. Elena Figuero, profesora de odontología de la Universidad Complutense de Madrid, cuenta que la separación de la salud dental del resto de la medicina comienza en la universidad, un error que profesionales como ella tratan de subsanar estudiando los vínculos entre la salud de la boca y la del resto del cuerpo. Con relaciones más o menos intensas, ya se han encontrado más de 50 enfermedades que pueden estar causadas o verse agravadas por la enfermedad periodontal.

La enfermedad periodontal, distinta de las caries, comienzan afectando a las encías, con lo que se conoce como gingivitis. Si no se trata, la gingivitis puede derivar en una periodontitis, dañar el hueso y provocar incluso la caída de los dientes. “Estas enfermedades se producen por un desequilibrio entre las bacterias del paciente y la respuesta inmune, que hace que exista una cantidad excesiva de bacterias patógenas. Estas pueden llegar al torrente sanguíneo y producir una bacteriemia, y generar una respuesta inflamatoria excesiva con efectos sistémicos”, apunta Figuero.

“Los focos inflamatorios crónicos, aunque sean de baja intensidad, como la enfermedad periodontal, pueden producir alteraciones que hacen más permeable la barrera hematoencefálica, que protege al cerebro de elementos peligrosos”, afirma Juan Carlos Leza, coordinador de grupo del CIBERSAM (Centro de Salud Biomédica en Red del Instituto de Salud Carlos III de salud mental) dedicado a explorar las bases biológicas de la enfermedad mental. “La inflamación es una respuesta necesaria, como el estrés, pero cuando hay una inflamación continua, de baja intensidad, puede incrementarse el riesgo de problemas como los accidentes cerebrovasculares”, añade Leza. “No se ha probado una relación causal entre tener una disbiosis intestinal o una alteración de la boca y tener esquizofrenia o sufrir un ictus, pero se ha visto que las personas que tienen estos problemas tienen más inflamaciones, también en la boca”, puntualiza. Leza colabora con Figuero en el estudio de la relación entre enfermedad periodontal y depresión, por el momento en ratones.

Noticia completa en El País.

 

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