Fue una de las palabras más temidas en la pandemia: neumonía. Aunque el coronavirus hace ya algún tiempo que dejó de condicionar nuestra vida, lo cierto es que este vocablo tan repetido durante aquel tiempo loco de confinamientos, mascarillas y cuarentenas, debe preocuparnos de la misma forma. Se estima que su incidencia anual en países desarrollados es de 12 casos por cada 1.000 habitantes, con cifras mayores en niños y ancianos. Un 20% de ellos requiere de ingreso en el hospital.
En la actualidad, “las neumonías se dividen en aquellas que se adquieren en la comunidad y las relacionadas con la asistencia sanitaria (NRAS). Estas comprenden la neumonía adquirida en el hospital (nosocomial), la asociada a la ventilación mecánica y las relacionadas con la asistencia sanitaria que se contraen fuera del hospital”, distingue José María Eiros, catedrático-jefe del Servicio de Microbiología de la Facultad de Medicina y del Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid.
Sobre las neumonías comunitarias, diversas bacterias, hongos, virus y parásitos pueden ocasionarlas. La bacteria más común que produce esta afección es la Streptococcus pneumoniae (neumococo). “En cambio, la neumonía en personas ingresadas en centros hospitalarios, conocida como neumonía nosocomial, está producida por otro tipo de bacterias poco comunes en la comunidad”, señala Alberto Montero Rodríguez, médico internista del Hospital Vithas Vitoria. Como ya se ha mencionado, los virus también son una causa menos frecuente de neumonía, como el virus de la gripe, el VRS o el SARS-CoV-2.
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