El insomnio es un importante problema de salud pública porque afecta tanto a la salud física como mental del paciente y supone un riesgo para sufrir otras enfermedades. Aumenta el riesgo de suicidio, depresión o trastornos mentales graves. Es muy prevalente y que afecta hasta el 10 por ciento de la población de forma crónica. A pesar de estos datos es una enfermedad infradiagnosticada, por ello la farmacia comunitaria tiene un papel muy relevante al a hora de ayudar a los pacientes que sufren esta dolencia.
Lo primero que se debe hacer es identificar el insomnio como un trastorno que no sólo nace de la insatisfacción con la cantidad o calidad del sueño, también está aparejado a consecuencias diurnas, deterioro cognitivo, falta de memoria o concentración, entre otros. De hecho, hay parámetros cuantitativos que permiten al clínico realizar un diagnóstico. Por ejemplo, en lo que respecta a la latencia del sueño —debe ser superior al 30 minutos—, la eficiencia del mismo —ratio dormido/despierto inferior al 85 por ciento—, o la frecuencia de las alteraciones —más de tres veces por semana—. Durante el insomnio el estado hiperexcitación cerebral se mantiene durante más tiempo y no hay transición fisiológica natural hacia el sueño.
“El insomnio es una consulta muy frecuente, de las mayores que tenemos en las farmacias”, cuenta Amparo Bonilla Guijarro, coordinadora del Grupo de Trabajo de Abordaje y tratamiento de la salud mental de Sefac. Se da la circunstancia de que el insomnio es muy persistente en el tiempo, una vez que remite los pacientes pueden sufrir recaídas y, como explica la experta, “puede ser una manifestación precoz de otro trastorno mental o un factor de riesgo que desencadena otras patologías, de ahí la importancia de la farmacia”.
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