Que se pueda degustar una piña, unos tomates o unas peras limoneras en cualquier fecha del año, inevitablemente, tiene unas consecuencias sobre el propio producto tanto a nivel organoléptico (sabor, aroma, textura y apariencia) como desde el punto de vista nutricional. Y es que cuando se producen frutas y verduras fuera de su temporada natural, "pueden haber sido cultivadas en condiciones artificiales, con luz artificial, fertilizantes y otros productos químicos, lo cual puede afectar a su desarrollo y sabor", asegura Gerard Aragonès Bargalló, profesor de Nutrición Molecular e investigador del Grupo de Investigación en Nutrigenómica del Departamento de Bioquímica y Biotecnología de la Universidad Rovira i Virgili.
Es más, a menudo, estos alimentos "recorren grandes distancias, lo que puede provocar que sean recolectados antes de tiempo para poder soportar los rigores del transporte y almacenamiento. Esto puede significar -continúa el experto- que las frutas y verduras no maduren completamente en la planta, lo que puede afectar a sus características organolépticas".
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