Dormir es un auténtico placer, pero además, dormir, y dormir bien, es una necesidad innegable para sobrevivir y también para aumentar nuestra longevidad. Sin embargo, parece que cada vez dormimos menos y peor en España. De hecho, uno de cada cuatro adultos cree que no descansa bien y España es líder mundial en el consumo de medicamentos para dormir. Sin duda, estos datos deben ser una alerta para hacernos reflexionar sobre nuestros hábitos de sueño, en lo que a cantidad y calidad se refiere.
La duración óptima de sueño para adultos y personas mayores es de entre 7 y 9 horas; esta duración óptima en niños es mayor. La evidencia actual nos sugiere que dormir poco o mucho puede incrementar el riesgo de mortalidad por todas las causas; y las mujeres son más susceptibles a duraciones de sueño más cortas. Tanto es así que mantener una duración saludable del sueño es ya un tema de salud pública muy relevante.
Quizás ustedes se estén preguntando qué tiene que ver el ejercicio con el sueño: tiene que ver, y mucho. Sabemos que el sueño y el ejercicio físico se influyen mutuamente mediante una interacción recíproca y compleja que incluye múltiples vías fisiológicas y psicológicas. La adherencia a realizar suficiente actividad física y a tener un sueño saludable es esencial para prolongar la expectativa de vida. A pesar de que los resultados científicos hasta ahora no han sido muy concluyentes por algunas limitaciones propias de los estudios, creemos que una actividad física suficiente puede atenuar el riesgo de mortalidad relacionado por un sueño no saludable. La principal limitación de estos trabajos, que es la medición de la actividad física de forma subjetiva, se ha superado en un estudio publicado el mes pasado para conocer la relación que existe entre la actividad física y la duración del sueño sobre el riesgo de mortalidad.
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