Desde hace al menos una década, la cantidad de luz artificial que alumbra las noches ha ido aumentando casi un 10% al año. La contaminación lumínica apenas deja ver ya las estrellas y le está complicando el trabajo a los astrónomos. Entre los animales, las luciérnagas macho ya no encuentran a las hembras en las zonas cercanas a las ciudades y hay peces que emergen acercándose a la playa de las zonas turísticas creyendo que ya es de día. Pero, más allá del valor estético de contemplar un cielo estrellado, ¿cómo afectan las luces de la noche a la salud humana?
La revista científica Science publica hoy jueves una edición especial centrada en la contaminación lumínica. La media docena de trabajos publicados revisan lo que la ciencia sabe de sus muchos y variados impactos. La revisión cita, por ejemplo, cómo la mayoría de los telescopios del planeta ya no observan el cielo como lo podían hacer hace unos pocos años. También menciona un trabajo publicado en 2020 que mostraba cómo la luz artificial estaba trastocando la vida animal. Uno de los mecanismos de este trastoque tiene que ver con una hormona que los humanos comparten con la práctica totalidad de los seres vivos: la melatonina. Esta hormona interviene en el reloj biológico, aumentando su producción y liberación al anochecer y reduciéndola con la llegada del día, induciendo el sueño o el despertar.
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