La epilepsia se suele considerar una enfermedad que se inicia casi exclusivamente en la infancia. Nada más lejos de la realidad. Hay múltiples causas que pueden dar lugar al desarrollo de esta enfermedad a lo largo de la vida

La epilepsia es una enfermedad muy heterogénea en torno a la cual persisten numerosos mitos y falsas creencias. Es habitual pensar que se trata casi exclusivamente de una patología congénita de origen genético, de manera que el estatus de epiléptico acompaña a los afectados desde el nacimiento. Pero no siempre es así; de hecho, las epilepsias secundarias, es decir, aquellas que se adquieren a lo largo de la vida por distintos motivos, son las más comunes. Algo que no es de extrañar si se tiene en cuenta que prácticamente cualquier tipo de lesión cerebral puede provocar crisis epilépticas.

Los neurólogos saben muy bien que el riesgo de sufrir esta patología aumenta con el envejecimiento. “En la población adulta va haciéndose más frecuente porque con el paso de los años crece la tendencia a que aparezcan lesiones, sobre todo infartos cerebrales, que pueden predisponer a tener epilepsia”, explica Diego Barragán, neurólogo responsable de la Unidad de Epilepsia del Hospital Universitario Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares (Madrid).

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