FUENTE: El Global
Las altas temperaturas que acompañan al verano, sumado a las olas de calor que se están produciendo durante estos días, hace que haya que poner especial atención a la conservación óptima de los medicamentos, ya que pueden alterarse su actividad farmacológica y con ello su calidad, seguridad y eficacia. De hecho, hay que tomar mayores precauciones con los medicamentos termolábiles que, con temperaturas superiores a 8 grados, dejan de ser eficaces.
La razón, explica el vocal de oficina de farmacia del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF), Juan Enrique Garrido, se halla en que la actividad farmacológica “no sólo depende de su estructura química, sino también de su composición espacial”, circunstancia que puede alterarse debido a temperaturas elevadas. Merecen especial atención ciertas especialidades farmacéuticas, susceptibles a temperaturas superiores a 8ºC, “entre las que se encuentran las vacunas, insulinas, algunos colirios y antibióticos”, señalan desde el Muy Ilustre Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia (MICOF). Estos medicamentos termolábiles se pueden identificar gracias al símbolo del frío que aparece en el envase, tal y como exige la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps).
Cadena de frío
La cadena de frío se mantiene desde el laboratorio hasta la farmacia. “Es muy importante que no se rompa la cadena de frío desde su fabricación hasta el momento de su administración al paciente y emplearlos inmediatamente tras sacarlos de la nevera”, explica Isabel Rodríguez, farmacéutica de la Unidad de Información Técnica del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid (COFM). Hay algunos que pueden ser estables, efectivos y activos durante un tiempo determinado. Por ejemplo, las insulinas sólo precisan estar en la nevera antes de usarlas, pero una vez abiertas, deben permanecer a temperatura ambiental (siempre y cuando sea inferior a 25 °C), para evitar el dolor al inyectarlas.
Para asegurar el mantenimiento de la cadena del frío durante su transporte, informan desde el MICOF, se pueden emplear embalajes isotérmicos refrigerados que no provoquen congelación. Conviene mantenerlos dentro de su cartonaje, para evitar la congelación por contacto con la fuente de frío y además lo protegeremos de la luz. En caso de sospecha de exposición a cambios de temperatura. Se debe hacer un listado de los medicamentos afectados y sus cantidades, asegurando que los envases afectados quedan inmovilizados y revisar la estabilidad de cada uno de ellos, “teniendo en cuenta la temperatura máxima y mínima al que los medicamentos han estado expuestos y el tiempo aproximado de esos cambios”, enfatizan.
Resto de medicamentos
Se deben manejar con especial cuidado estos medicamentos termolábiles, pero “también aquellos cuya forma farmacéutica puede verse afectada por una subida de temperatura”, incide Garrido. Como en los casos en los que el calor puede cortar las cremas o pomadas, separar una disolución o alterar una suspensión. Hay medicamentos que tienen un límite de temperatura máximo al que pueden estar expuestos, aunque rebasar esa temperatura en algún caso puntual no tiene consecuencias negativas sobre la estabilidad del fármaco.
“Estos medicamentos se deben almacenar en los lugares más frescos de la casa, en los que no haya cambios bruscos de temperatura o no haya fuentes de calor cercanas”, cuentan desde el MICOF. El vocal de oficina de farmacia del CGCOF coincide: “Es preciso mantenerlos en un lugar fresco, seco, preferiblemente dentro de su embalaje original para preservarlo de la luz, la cocina o el cuarto de baño no es el mejor sitio para guardarlos”. A diferencia de los anteriores, para su transporte solo se requerirá un embalaje isotérmico no refrigerado (neverita portátil sin acumuladores de frío) y evitar lugares donde puedan alcanzarse altas temperaturas como maleteros, guanteras o coches estacionados a pleno sol.
También encontramos medicamentos que pueden estar a temperatura ambiente y que no requieren de unas condiciones especiales de conservación. “Sus estudios de estabilidad han demostrado que pueden estar a temperaturas superiores a 40ºC durante 6 meses y se pueden almacenar sin problema en las condiciones habituales de conservación”, concreta Rodríguez. Aunque existen jarabes y suspensiones que se preparan en casa, que deben utilizarse antes de un plazo determinado y, una vez abiertos, puede ser que requieran refrigeración. De ahí “la importancia de leer el etiquetado y el prospecto”, sentencia.