Desde hace décadas se sabe que consumir bebidas azucaradas, precocinados, bollería industrial, carnes procesadas, galletas, postres, dulces, cereales refinados, pizzas, snaks etc. está relacionado con consecuencias negativas para la salud, como un mayor riesgo de padecer diabetes, obesidad o cáncer colorrectal. Pero estudios más recientes señalan otra desventaja de los alimentos ultraprocesados para la salud: su impacto en el cerebro.
Una nueva investigación española publicada en "Journal of Affective Disorders" va más allá y liga el consumo de ultraprocesados a los síntomas depresivos y a cambios de volumen en los circuitos cerebrales.
En concreto, el estudio liderado por el Centro de Investigación Biomédica en Red (Ciber) y el Instituto de Investigación Biomédica de Gerona Dr. Josep Trueta vincula directamente la comida ultraprocesada con la depresión, el volumen de sustancia gris del circuito cerebral en la amígdala y las regiones frontales.
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