Verano, y vacaciones. Días de irse a la playa, piscina, o al río a darse un chapuzón refrescante. Salimos a la toalla a tomar el sol, jugar a las cartas o a las palas, o tomar un aperitivo, y cuando el cuerpo comienza a estar seco y el calor vuelve apoderarse, de nuevo al agua. Estas son algunas de las actividades más comunes durante esta época del año, donde el bikini puede llegar a ser el uniforme de cada día. Pero con ello pueden llegar las infecciones vulvovaginales. Desde la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) avisan de los riesgos que puede suponer quedarse con el bañador mojado.
La humedad que mantiene el traje de baño tras salir del agua y el incremento de la sudoración ayudan a generar el ambiente perfecto para que los hongos y otros patógenos proliferen en la zona genital. A pesar de que puede pasar en cualquier época del año, es en verano cuando más posibilidades hay, y por lo tanto cuando más cuidado se debe tener.
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