Conforme nos hacemos mayores, tendemos a dormir peor. Los picos de melatonina se reducen, algo que deteriora los ritmos circadianos. Llevar un hábito de vida activo o regular los horarios de sueño con algunas de las recomendaciones de los expertos.

Las necesidades de sueño varían a lo largo de la vida. Por eso, es importante identificar las particularidades de cada etapa, muy especialmente cuando nos hacemos mayores, para mantener una higiene de sueño adaptada a este momento vital y no cometer errores que lleven a confundir una situación que puede ser normal con insomnio y que pueda conllevar un uso inadecuado de fármacos.

El sueño actúa cada día como el taller de reparación del organismo, lo que da idea de su importancia, explica Gonzalo Pin Arboledas, jefe de servicio de Pediatría del Hospital Quirón Salud, en Valencia, y coordinador del grupo de Sueño y Cronobiología de la Asociación Española de Pediatría. A pesar de ello, entre el 20 y el 48% de la población adulta, según estimaciones de la Sociedad Española de Neurología, presenta dificultades para iniciar o mantener el sueño. Hemos hablado con dos expertos para saber por qué tendemos a dormir peor cuando nos hacemos mayores y qué medidas podemos adoptar para conseguir una buena higiene del sueño en etapas avanzadas de la vida.

Dificultad para un sueño continuado

Al envejecer se deterioran la mayoría de procesos fisiológicos y neuronales, y eso atañe también a los relacionados con el sueño, explica Beatriz Rodríguez Morilla, investigadora del grupo de trabajo de Cronobiología de la Sociedad Española del Sueño, para ayudarnos a entender por qué con la edad se tiende a dormir peor. "En el caso del sueño, en las personas mayores existe una gran dificultad para mantener un sueño continuado".

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