Es importante aclararlo desde la primera línea: tratar de dar una única respuesta a la pregunta de qué significa “familia tóxica” supone simplificar un concepto que resulta bastante heterogéneo y complejo. Para empezar, el mismo término está mal planteado. Amigo tóxico, pareja tóxica, familiar tóxico… Los expertos se colocan frente a esa coletilla que en los últimos años se ha popularizado y defienden sustituirla por “disfuncional”.
Así pues, existen múltiples variedades de familias disfuncionales, “aquellas que, de alguna manera, impiden un desarrollo sano del individuo en el aspecto mental”, apunta Marina Díaz Marsá, vicepresidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM), quien insiste en la idea de que es necesario analizar cada aspecto y situación personal, pues son muchas las variedades de este tipo de vínculo en el seno familiar. “Se puede deber a una falta o exceso de cuidado, a un caso de maltrato o abuso o a que se ahogue al entorno con las expectativas”, ejemplifica la psiquiatra.
Antes de continuar, quizás vendría bien profundizar en el concepto de familia, sin apellidos que lo acompañen. “Es un grupo social natural, un sistema abierto en constante transformación con límites flexibles y permeables en el que se promueve el desarrollo de las habilidades personales e interpersonales y la independencia de los miembros, donde cada uno de estos ocupa un lugar y es tomado en cuenta en su individualidad y como parte de dicho sistema”, define Rocío Goitia González, psicóloga y vocal de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de la Psicología de Castilla-La Mancha (Copclm).
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