Es la enfermedad de las mil caras. Así la llaman y con toda razón: los efectos de la esclerosis múltiple (EM) sobre la persona que la sufre son muy, muy variables. “Se trata de una patología marcada por la heterogeneidad de síntomas. Encontramos a pacientes con realidades diversas, algunos con un alto nivel de discapacidad y otros con una gran funcionalidad y calidad de vida, similar a la de alguien sin esta condición”, comenta Alfredo Rodríguez, neurólogo especializado en EM.
Se trata del trastorno inflamatorio más común del sistema nervioso central. En concreto, el sistema inmune ataca la cubierta protectora de las células nerviosas del cerebro y la médula espinal. En España, 55.000 personas sufren esta afección, la mayoría de ellas diagnosticadas entre los 20 y los 40 años. De hecho, es la primera causa no traumática de discapacidad en adultos jóvenes. La complejidad de la esclerosis múltiple hace que la atención personalizada del paciente se convierta en una prioridad.
Según Beatriz Martínez de la Cruz, directora de la asociación de pacientes Esclerosis Múltiple España (EME), estos pacientes se enfrentan “a grandes retos y dificultades diarias, como el coste económico de la enfermedad o la pérdida de oportunidades en el terreno laboral y académico”. Sobre el impacto económico, la experta asegura que supone una carga añadida que asumen estas personas y sus familias.
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