De él se habla mucho tanto para bien como para mal. De hecho, puede tener algunos efectos secundarios negativos, independientemente de si se bebe con el estómago vacío o no. Por ejemplo, la cafeína puede ser adictiva y la genética de algunas personas puede hacerlas particularmente sensibles a ella.
Esto se debe a que su ingesta regular puede alterar la química del cerebro, lo que requiere cantidades progresivamente mayores de cafeína para producir los mismos efectos, como constata un estudio de Journal of Caffeine Research.
Beber cantidades excesivas puede provocar ansiedad, inquietud, palpitaciones cardiacas y ataques de pánico empeorados. Incluso puede causar dolores de cabeza, migrañas y presión arterial alta en algunas personas. Por esta razón, la mayoría de los expertos están de acuerdo en que se debe limitar el consumo de cafeína a alrededor de 400 mg por día, el equivalente a 4 o 5 tazas (0,95 a 1,12 litros) de café, según la EFSA.
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