Mantener el trabajo durante y, sobre todo, tras finalizar el tratamiento del cáncer no es un camino sencillo. A las secuelas que pueden aparecer hay que sumar las trabas propias del sistema laboral y de protección social

La incidencia del cáncer está aumentando, pero también la supervivencia. Con el envejecimiento de la población y el retraso de la jubilación, cada vez son más las personas en edad laboral que padecen esta enfermedad. Sin olvidar que los jóvenes también sufren distintos tipos de tumores. Tras el diagnóstico, la carrera profesional se ve interrumpida y lo lógico sería pensar que la mayoría de los supervivientes retoman su actividad profesional al concluir el tratamiento. Pero no es así. Según datos de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), el riesgo de estar en desempleo es un 34% mayor en supervivientes de cáncer.

Así lo constata también un estudio publicado en 2022 por un equipo de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona, que evaluó el impacto de la incapacidad laboral temporal por cáncer. Los hombres y mujeres sin baja o con baja por otras enfermedades tenían al menos un 9% más de probabilidad de continuar empleadas en comparación con las personas trabajadoras que tenían una baja por cáncer, según el artículo publicado en Scientific Reports. Los resultados de este análisis concuerdan con los obtenidos en otros países europeos, según ha explicado a CuídatePlus la primera firmante de este estudio, Amaya Ayala García, investigadora del Ciber de Epidemiología y Salud Pública (Ciberesp) en el Centro de Investigación en Salud Laboral (CiSAL). “Todos ellos muestran el impacto negativo del cáncer en el ámbito laboral, que tiene mucho que ver con las condiciones y la adaptación del puesto de trabajo cuando una persona ha terminado su tratamiento o la fase más aguda del cáncer”.

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