El Día Internacional de la Epilepsia, que se conmemora el 12 de febrero, es un buen momento para comentar que se trata de una enfermedad de la que todo el mundo ha oído hablar, pero cuya diversidad de síntomas y manifestaciones son bastante desconocidas. Por ejemplo, pocas personas están al tanto de su relación con el deterioro cognitivo y, en especial, la memoria.
La epilepsia es, según explica Juan José Poza, coordinador del Grupo de Estudio de Epilepsia de la Sociedad Española de Neurología (SEN), “una enfermedad neurológica crónica caracterizada por producir, de forma recurrente, convulsiones, comportamientos y sensaciones inusuales o episodios de alteración de la conciencia”. El experto añade que se trata de “la cuarta enfermedad neurológica más común y puede afectar a personas de todas las edades y géneros, lo que la convierte en un importante problema de salud mundial, ya que, además, su tasa de mortalidad es 2-3 veces mayor que la de la población general y es, después del ictus, la segunda causa de atención neurológica más habitual en urgencias”.
En la epilepsia no todo son convulsiones
Se suele pensar que lo más característico de esta enfermedad son las convulsiones y la pérdida de conocimiento, pero los síntomas de la epilepsia son mucho más diversos. “Estimamos que hasta un 25% de las crisis pueden pasar inadvertidas o no ser bien identificadas por pacientes, familiares o incluso por el personal sanitario debido a que las crisis que provoca la epilepsia son transitorias y pueden tener una duración muy breve”, señala Poza. Pero es que, además, hay que tener en cuenta que la pérdida de conocimiento unida a convulsiones y/o rigidez, “solo se produce en el 30% de los pacientes”. Otros síntomas, como “la falta de respuesta a estímulos, la desconexión del entorno, o experimentar movimientos anormales en alguna parte del cuerpo, son más comunes”, agrega el neurólogo.
Para complicar todo un poco más, “existen síntomas de otras enfermedades que pueden tener una apariencia similar a las crisis epilépticas y que pueden llevar a diagnósticos erróneos”. Por esa razón, y porque el número de diagnósticos falsos positivos “es sorprendentemente alto, ya que llega al 18%, desde la SEN llevamos años insistiendo en la necesidad de realizar pruebas diagnósticas a todos los pacientes sospechosos de padecer esta enfermedad”, reclama Poza.
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