La barriga o la grasa almacenada en la región abdominal, bien como tejido adiposo subcutáneo o como tejido adiposo visceral (alrededor de los órganos abdominales), se asocia a una peor salud cerebral, que puede traducirse en mayor riesgo de Alzheimer, sobre todo en varones en la mediana edad que además tienen antecedentes familiares de la enfermedad neurodegenerativa.
Es la principal conclusión de un estudio que acaba de publicar la revista Obesity, realizado por un grupo de investigadores bajo la coordinación de Michal Schnaider Beeri, directora del Centro de Investigación del Alzheimer Herbert y Jacqueline Krieger Klein del Instituto Rutgers de Salud Cerebral.
Uno de los puntos originales del estudio, según apuntan sus autores, es que se centran en la relación entre grasa abdominal y su impacto en el deterioro cognitivo, en lugar de analizar el efecto del peso o índice de masa corporal (IMC).
Obesidad, factor de riesgo
“Existe amplia evidencia que indica una asociación entre la obesidad en la mediana edad y un mayor riesgo de demencia en la vejez. La obesidad en la mediana edad es uno de los nueve factores de riesgo modificables de demencia, con un riesgo 1,6 veces mayor en comparación con las personas no obesas”, escriben. “Sin embargo, la mayor parte de las investigaciones sobre la relación entre la obesidad, la enfermedad de Alzheimer y el deterioro cognitivo se han basado en el índice de masa corporal (IMC) y la circunferencia de la cintura, que reflejan mal la distribución de la grasa corporal”.
Por ello, analizaron la composición del tejido adiposo abdominal (bajo la piel y alrededor del hígado y el páncreas) mediante resonancia magnética y cruzaron esos datos con otras pruebas de imagen sobre el volumen cerebral y con la función cognitiva de 204 adultos (con 59 de media; 60% de ellos mujeres), cuyos padres habían sufrido Alzheimer.
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