La escarlatina es una enfermedad infecciosa que se asocia al pasado, pero no ha desaparecido en absoluto. Es más, hay indicios de que está aumentando. “Desde hace aproximadamente una década ha habido un incremento en Europa, en muchas partes de Asia, como por ejemplo China, y también en Estados Unidos”, enumera Raúl Rivas, Raúl Rivas, catedrático de Microbiología de la Universidad de Salamanca.
A raíz de la pandemia se produjo una pausa por las medidas preventivas frente al coronavirus pero, según expone Cristina Calvo, presidenta de la Sociedad Española de Infectología Pediátrica (SEIP), “el año pasado hemos sufrido un aumento muy importante de casos en toda Europa y también en España, posiblemente debido a que tras la pandemia y el confinamiento no se ha tenido contacto social y hay muchos niños y personas susceptibles que no se han inmunizado a distintas bacterias y virus como ocurría en años anteriores”. La experta considera que “este año aún es pronto para saber cómo va a evolucionar” la enfermedad, de la que periódicamente se registran brotes en guarderías y otros centros donde numerosas personas conviven en estrecho contacto.
¿Cuál es la causa de la escarlatina?
La bacteria responsable de la escarlatina es el estreptococo beta-hemolítico del grupo A (o Streptococcus pyogenes), que se transmite de persona a persona por vía respiratoria. Se trata de una bacteria conocida “desde hace muchísimos años y una de las que con más frecuencia causan infecciones en la edad pediátrica”, resalta Calvo. Concretamente, “es la bacteria que con más frecuencia causa anginas (faringoamigdalitis)”.
Rivas precisa que los estreptococos del grupo A “pueden causar diferentes tipos de patologías”, que dependerán de si se produce una infección invasiva o no invasiva. “La escarlatina es una de las consecuencias de la infección no invasiva como consecuencia de las toxinas que produce la bacteria”.
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