La tosferina es una enfermedad infecciosa causada por una bacteria (bordetella pertussis) y que se transmite al toser, estornudar o por el contacto directo con una persona infectada, de ahí que sea una patología altamente contagiosa. “La máxima contagiosidad de esta infección, que es más frecuente en invierno y primavera, se produce durante el período catarral y las primeras dos semanas, con un período de incubación de siete a 20 días”, explican expertos de la Asociación Andaluza de Enfermería Familiar y Comunitaria.
La tosferina se puede contraerse a cualquier edad, tanto en niños como en adultos. Así, exponen desde la Asociación Española de Pediatría, “los niños más pequeños y que no han completado su calendario de vacunación o aquellos que no han recibido todas las dosis de la vacuna, también se encuentran en una situación de mayor riesgo de padecer la forma más grave de esta enfermedad”.
Si bien es cierto que la incidencia y la tasa de complicaciones es máxima en los primeros meses tras el nacimiento, ni la infección natural ni la vacunación confieren protección de por vida, por lo que los adultos también pueden contagiarse, de hecho, la incidencia de la enfermedad en adultos es más elevada de lo que suele suponerse.
Por eso es importante conocer los síntomas y acudir a urgencias en caso de que sea necesario para evitar complicaciones.
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