El Alzheimer no tiene cura ni prevención eficaz en la actualidad. Por eso, predecir su futura aparición puede contribuir a retrasar su desarrollo y ralentizar su progresión de forma muy modesta… de momento. A medida que vayan avanzando las opciones terapéuticas farmacológicas, el margen de acción será mayor y resultará crucial la detección precoz. En esta senda, las pistas para determinar qué personas mayores tienen más probabilidades de padecer demencia son diversas. Junto al estudio del riesgo genético, cabe destacar la investigación de las alteraciones del habla y de la forma de andar.
La manera de caminar se investiga como factor predictor del deterioro cognitivo leve, que es la alteración de una o varias capacidades cognitivas, como pueden ser la memoria, el lenguaje, la atención o la capacidad de razonar. Es importante resaltar que el desarrollo de este tipo de problemas no significa necesariamente que la persona vaya a desarrollar demencia. De hecho, muchas veces se manifiesta de forma muy sutil y no avanza. Sin embargo, la enfermedad de Alzheimer, así como otras formas de demencia, pasan previamente por un estado de deterioro cognitivo leve. De ahí el interés que despierta su estudio.
Hasta ahora, el análisis de la marcha, que examina la forma en que un individuo camina y se detiene, se ha basado en pruebas en las que los individuos tienen que seguir trayectorias rectas. Un nuevo estudio, publicado en Journal of Alzheimer's Disease Reports, propone una nueva modalidad: andar por rutas curvas, una actividad más natural pero compleja. Caminar en línea recta es una actividad rítmica y más sencilla, mientras que hacerlo por un camino con curvas requiere mayores habilidades cognitivas y motoras, que se traducen en un mayor tiempo de transición para cambiar de dirección y corregir el equilibrio.
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