Es posible que reconozcas la sensación reconfortante cuando alguien te ofrece un abrazo al final de un día estresante o te acaricia el hombro cuando te sientes deprimido, o recoge tu mano como muestra de apoyo. Gestos que pueden hacer mucho bien, donde la clave es el tacto. Entonces ¿puede el tacto realmente ayudarte a sentirte mejor? ¿Importa de quién viene o cómo te tocan? ¿y cuánto contacto se permite? ¿A quién se puede tocar y dónde?
Para explorar estas preguntas, investigadores del Social Brain Lab del Instituto Holandés de Neurociencia y del Hospital Universitario de Essen realizaron un análisis a gran escala de estudios que exploraban las intervenciones táctiles, así estudiaron más de 130 estudios internacionales con alrededor de 10.000 participantes.
Los investigadores demostraron que lo que realmente hace el tacto es aliviar el dolor, la depresión y la ansiedad. Si bien observaron que el contacto frecuente tiene un efecto particularmente beneficioso y hay indicios de que el contacto no tiene por qué durar mucho tiempo. Asimismo, el efecto se ve reforzado por el contacto de piel con piel. Mientras el tacto administrado por objetos como robots sociales, mantas pesadas y almohadas corporales también mostró un efecto demostrable. De hecho la persona que te toca, cómo te toca y la duración de su toque pueden no ser importantes y tener unos resultados significativos.
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