Con la edad, la calidad del sueño cambia a peor. Los mayores tienden a dormir mucho menos que los adultos y que los jóvenes y esto no es bueno. De hecho, es un mito que los mayores necesitan dormir menos, deben y necesitan dormir tanto como los adultos jóvenes, lo que sucede es que a medida que nos hacemos mayores, nos cuesta más.
“Los cambios que experimentan la mayoría de las personas mayores en la calidad y la cantidad el sueño están relacionados en muchas ocasiones con cambios en el marcapasos central, que está en el núcleo supraquiasmático del hipotálamo, que regula nuestros ritmos circadianos, entre ellos el ciclo sueño-vigilia”, informa Javier Albares, especialista en Neurofisiología Clínica y miembro de la Sociedad Española del Sueño, y autor del libro La ciencia del buen dormir.
Además de esto, en los mayores “la luz natural y la actividad física se reducen mucho, lo que favorece la aparición de trastornos del sueño y la cronodisrupción”. Y ¿en qué se traduce esto? Como explica el especialista en sueño “es frecuente que a partir de los 60-65 años el sueño nocturno se vuelva más fraccionado y de menor duración, lo que suele causar, a su vez, una tendencia a la necesidad de varias siestas diurnas, excesivas, creándose un círculo vicioso que empeora el problema del sueño cada vez más”.
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