El ser humano tiene hasta tres tipos de lágrimas y cada una cumple una función diferente: desde ser una respuesta adaptativa al estrés emocional hasta una forma de mantener la salud ocular

Alicia (en el país de las maravillas) lloró y lloró. Un trozo de pastel le había hecho crecer tanto que se vio encasquetada en una habitación, ya minúscula para ella. Unos enormes lagrimones caían al suelo y lo que fue un charco se transformó en un mar de lágrimas cuando la protagonista del cuento, al refrescarse con el abanico del Conejo Blanco, empequeñeció de tal manera que tuvo que nadar para evitar ahogarse. Habrá que leer el libro de Lewis Carroll para conocer el final de la historia, pero esta escena ha servido para presentar el tema que aquí nos ocupa: las lágrimas, esas pequeñas gotas que riegan la cara ante ciertas emociones o situaciones. Pero, ¿qué son exactamente y qué función cumplen?

“Las lágrimas y el llanto siguen teniendo un halo de misterio que inspira a artistas, poetas, músicos, etc. Aunque se ha avanzado mucho en el conocimiento de sus mecanismos, aún quedan muchos aspectos por descubrir en este acto”, subraya José Ramón Villada, oftalmólogo y director médico de Clínica Baviera Albacete. La secreción lagrimal está muy influida por el sistema límbico del cerebro y, más en concreto, con la amígdala cerebral y el hipocampo. Según el experto, “el llanto emocional es una reacción casi exclusiva del ser humano (aún bajo debate) y, por lo tanto, está relacionado con aquellas características que nos diferencian de otros animales: las emociones, la conciencia y la capacidad de decidir y elegir. No sólo lloramos por tristeza, lo hacemos también por odio, alegría, miedo y dolor”.

A la hora de definir qué son las lágrimas, Villada indica que son un componente importante para la buena salud ocular y para mantener la calidad de la visión. “Básicamente, se distinguen tres capas en nuestra película lagrimal y cada una de ellas se ‘fabrica’ en diferentes partes de nuestros anejos oculares (vías lagrimales)”, explica Villada. Por una parte, continúa, está la capa interna, de composición mucosa y con la función de asegurar una buena adhesión de la lágrima a nuestra superficie ocular. Por otra, la capa más externa, que es grasa. Su trabajo consiste en retrasar lo más posible la evaporación de las lágrimas y, por tanto, aumentar el tiempo de contacto con la superficie del ojo.

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