Durante la semana del 19 al 23 de abril se conmemora la semana de la inmunización. Por ello, a lo largo de esta entrada de blog se va a hacer un repaso de algunos conceptos acerca de las inmunizaciones.
Las vacunas se pueden clasificar en función del microorganismo frente al que actúan, por la tecnología utilizada para su fabricación, según su composición y su uso sanitario. A continuación, indicamos las siguientes clasificaciones:
Cuando se trata del microorganismo frente al que actúan, se distinguen entre las bacterianas y las víricas.
- Vacunas vivas atenuadas: como resultado, se obtiene una vacuna con una reducción de la virulencia del microorganismo, pero capacidad inmunógeno. Tras su administración, produce una infección el organismo genera una respuesta inmunitaria similar a la de nuestro cuerpo. Por ejemplo, la fiebre amarilla, el rotavirus, la varicela y sarampión-rubeola-parotiditis.
- Vacunas inactivas o muertas: los microorganismos incluidos en las vacunas se inactivan por métodos químicos o físicos. Presentan una respuesta inmunitaria menos potente que las vivas atenuadas por lo que suele asociarse a adyuvantes para mejorar su inmunogenicidad. Por ejemplo, la hepatitis A, la rabia o poliomielitis.
- De subunidades, recombinantes, polisacáridas y combinadas: elaboradas a partir de partes específicas del germen como una proteína, azúcar o cápsula (envoltura externa). Ejemplos: hepatitis B, VPH -Virus del Papiloma Humano, etc.
- Sintéticas (subunidades): contienen fragmentos específicos del patógeno en cuestión.
Las nuevas investigaciones están trabajando en los nuevos tipos de inmunización basados en vacunas de ADN con una inmunidad fuerte y de larga duración, así como de vectores recombinantes que actúan como una infección natural y enseña al sistema inmunitaria cómo combatir los patógenos.
La respuesta es no. De hecho, las vacunas se pueden administrar en diferentes zonas del cuerpo y, además, también existe cierta relación con la edad. Esto se debe a que las diferentes zonas del cuerpo tienen diferencias es su composición, por ejemplo, una mayor cantidad de músculo o grasa que en otras, por lo que la administración se adapta a las necesidades.
Resulta imprescindible inmunizar mediante la vía adecuada para asegurar la absorción suficiente y reducir el riesgo de producir reacciones locales.
¿Mito o verdad?
Pese a que estos productos biológicos existen desde hace varios siglos, en la actualidad siguen surgiendo falsas creencias acerca de la inmunización.
Falso. Aunque hay muchas enfermedades que en la actualidad no están en algunos países pueden seguir existiendo en otras partes del mundo. Por tanto, si la mayoría de la población se administra la vacuna, la mayor parte de la población se protege frente a un patógeno y esto crea la inmunidad de grupo, imprescindible para evitar que una persona no protegida no contraiga la enfermedad y evita la propagación de la patología.
Falso. La inmunidad producida por las vacunas, y aquella que desarrolla nuestro organismo, es similar. La única diferencia es que la persona evita los síntomas y complicaciones que puede sufrir el individuo.
Cierto en buena medida. La inmunización protege a las personas vacunadas. No obstante, es posible que una persona que ha sido inmunizada se infecte, siendo una proporción menor respecto a aquellas personas que no se vacunan.
Falso. Los excipientes incluidos en las vacunas no son tóxicos para la salud. Por ejemplo, el etilmercurio y el tiomersal son dos formas diferentes del mercurio que no presentan consecuencias negativas sobre la salud. Asimismo, no existe evidencia científica sobre la intoxicación por aluminio.
Falso. La vacunación durante los primeros años de vida puede ser crucial para la supervivencia de la población infantil por la vulnerabilidad al tener un sistema inmunitario inmaduro y es el periodo durante el cual se producen la mayor parte de las infecciones y, por tanto, con probabilidades de complicaciones y muerte.
No existe evidencia de que las vacunas puedan producir enfermedades.