Existe evidencia científica, fundamentalmente estudios realizados en Estados Unidos, y la experiencia clínica de psicólogos y médicos de familia así lo confirman. Un mal uso de las redes sociales afecta a nuestra autoestima, bienestar y capacidad de atención, y no precisamente para bien. Elena Daprá, directora del Centro de Psicología que lleva su nombre y vocal de Sección del Colegio Oficial de Psicología de Madrid, e Isabel Paúles Cuesta, responsable del Grupo de Trabajo de Estilos de Vida y Determinantes de Salud de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), aseguran que son uno de los factores que se asocian a la baja autoestima, que perjudican la capacidad de atención y concentración y que incluso empeoran los cuadros de ansiedad y depresión.
“Los compañeros hablamos de esto constantemente. Los pacientes vienen a consulta por ansiedad o problemas de autoestima y una de las causas que establecemos es el mal uso de redes”, señala Daprá, quien se fija en los adolescentes como la población más sensible porque esa primera juventud es una de las épocas de la vida en que las personas somos más influenciables. No obstante, Paúles alarga hasta más allá de la treintena la presencia de este tipo de problemas.
Demasiado tiempo en redes
¿Cómo influyen las redes sociales en la baja autoestima y la falta de atención? ¿Cuáles son los factores principales? Para la psicóloga Daprá, el problema es que hay un uso masivo, siendo el tiempo y la frecuencia que las personas usamos las redes sociales las causas más claras: “Pasamos mucho tiempo en redes, lo que quiere decir que nos estamos perdiendo la vida real, que estamos viviendo una vida ficticia o viendo una vida ficticia, que no se sabe hasta qué punto es real o no. Esto contribuye a tener pensamientos negativos, que generan emociones negativas y ambas cosas provocan baja autoestima”.
Los pensamientos negativos se producen cuando el consumidor de estas plataformas digitales ve una vida que no tiene o que no puede alcanzar: “No tiene lo que está viendo, intenta conseguir esa vida pero no puede”. Y seguidamente aparecen las emociones negativas: “Es ahí cuando surge la frustración, la rabia, es decir, emociones negativas”. Todo ello genera una visión negativa de uno mismo, lo que si perdura en el tiempo, da lugar a la baja autoestima.
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