Un adulto tiene una media de entre 20 y 25 lunares en el cuerpo. Solo una pequeña parte de estas manchas pigmentadas están presentes desde el nacimiento, pues la mayoría se desarrollan a lo largo de la vida. Tener más o menos dependerá de factores hereditarios, de las exposiciones al sol y de ciertos factores que las favorecen, como el embarazo. Según informan desde la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), casi siempre, estas manchas también llamadas nevus, son benignas pero cualquier modificación de su aspecto puede ser el primer signo de un melanoma maligno.
El melanoma es un tipo de cáncer de piel que aparece cuando las células llamadas melanocitos empiezan a crecer de forma descontrolada. Estas células elaboran un pigmento llamado melanina, responsable del color de la piel, del pelo y del iris de los ojos. La melanina funciona como un fotoprotector, evitando que la radiación solar dañe las estructuras o los tejidos del cuerpo. Cuando la piel se expone al sol, los melanocitos producen más melanina como defensa contra la acción de los rayos ultravioleta (UV).
“Es muy importante actuar con prudencia y tomar medidas para proteger la piel en los meses de verano o de mayor exposición al sol, pero también el resto del año. La prevención es una de las claves para evitar nuevos casos de melanoma y debemos insistir en concienciar a la población sobre ello”, destaca Miguel Ángel Berciano, coordinador del Grupo de Trabajo de Melanoma de la Sociedad Andaluza de Oncología Médica (SAOM). El experto indica que la tendencia al diagnóstico de este tumor se está incrementando en las personas de entre 25 y 30 años, si bien el grupo más afectado es el de los adultos de 40-60 años.
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