FUENTE: El Mundo
Una especie de tirita capaz de proteger a la piel, no de las heridas, sino del envejecimiento, incluso con potencial para restaurar algunos de sus efectos ya producidos por el paso de los años, como las arrugas, las manchas y las bolsas de los ojos. Es el último avance, aún en fase de investigación, presentado por un grupo de científicos del Massachusetts Institute of Technology (MIT), quienes destacan como clave de su éxito el desarrollo de un nuevo tipo de polímero biocompatible con el organismo humano.
Con el tiempo, inevitablemente, la piel va deteriorándose. La regeneración celular se debilita y elementos como las radiaciones ultravioleta (UV), determinadas enfermedades, las toxinas, los microorganismos, el tabaco, el alcohol, etc. precipitan este proceso en la dermis, que pierde firmeza y elasticidad. En consecuencia, empiezan a manifestarse signos como la piel flácida, las líneas de expresión, las primeras arrugas y la deshidratación.
Hace más de 10 años, este equipo de expertos del Hospital General de Massachusetts se propuso desarrollar una segunda piel, una especie de capa protectora que reuniera todas las propiedades mecánicas (elasticidad y flexibilidad) de la dermis natural y se convirtiera, además, en una solución para devolver al cutis sus atributos iniciales. "Empezamos a pensar en cómo lograrlo a través del recubrimiento de polímeros biocompatibles", expone Daniel Anderson, uno de los autores del artículo que se acaba de publicar en la revista Nature Materials. "Queríamos que el material también fuera invisible y cómodo".
Los investigadores crearon una biblioteca de más de 100 candidatos a polímerosreparadores de la piel. Todos se caracterizaban por una estructura química conocida como siloxano, una cadena de átomos de silicio y oxígeno alternantes. Son un tipo de resinas de silicona, no tóxicas, que pueden ser implantadas en el organismo humano sin ser rechazadas. En palabras de los autores, "estos polímeros pueden ser ensamblados en una disposición de red conocida como una capa de polímero reticulado (XPL)". De todos ellos, escogieron el que mejor imitaba la elasticidad y flexibilidad de una piel sana.
A partir de este material siloxano, Robert Langer y su equipo han diseñado una especie de gel. Basta con extenderlo sobre la dermis y, en segundo lugar, aplicar un catalizador de platino en formato de crema que convierte al gel en una especie de 'film' transparente (una película reticulada que permanece en la piel) que no sólo refuerza físicamente a la piel, también proporciona una capa de barrera transpirable. Así lo observan los científicos de Massachusetts, de Living Proof y del laboratorio Olivo después de hacer la prueba en cuatro personas. Con ellos, pudieron comprobar que este modelo de piel artificial mejoraba la función de este órgano en pacientes con piel seca y restauraba su estética, previniendo signos de envejecimiento como las arrugas y las indeseadas bolsas de los ojos. En este sentido, la imagen que incluyen en su artículo resulta clarificadora. Cuando se aplicaba el material desarrollado debajo de los párpados inferiores, el aspecto de las denominadas 'bolsas' cambiaba espectacularmente. También aumentaba de forma significativa la hidratación de la zona tratada. Como relata el artículo, "era evidente una fuerza de compresión constante que apretaba la piel y dicho efecto duró aproximadamente 24 horas".
En vista de los resultados, Langer postula que esta 'segunda piel' podría también preservar a la dermis de los daños de los rayos ultravioleta. Y más allá de la estética, también podría conllevar beneficios desde el punto de vista médico, consistente en la administración de productos farmacéuticos para condiciones como la dermatitis y eccemas.
En definitiva, es una capa invisible, elástica, flexible, hidratada, capaz de adherirse a la piel y biocompatible con el organismo humano que logra reducir los efectos del envejecimiento, tensando la piel y suavizando las arrugas. "Proporciona una mejora estética y podría suministrar medicinas de aplicación atópica", señala Langer. Esta piel artificial aglutina una serie de rasgos que la convierten en un "material ideal para su uso en seres humanos", según Anderson, profesor de ingeniería química del MIT y miembro del Instituto Koch de investigación del cáncer del MIT.
La biocompatibilidad es un elemento clave para evitar el rechazo por parte del organismo humano. Como señala al comentar este estudio Rebeca Hernández, investigadora del Instituto de Ciencias y Tecnología de Polímeros, "los polímeros son el área de biomateriales con mayor proyección en la salud; especialmente el caucho y el poliuretano se utilizan para catéteres, apósitos, parches de liberación de medicamentos, para lentes de contacto, impresión en tres dimensiones para crear órganos artificiales...". Pueden ser de origen natural, como el colágeno o la celulosa, o sintético, como es el caso del polímero desarrollado por Langer y sus colegas.
Antes de probarlo en la piel de personas, las pruebas de laboratorio ya indicaron señales que apuntaban altas expectativas. Dicho material podía someterse a un estiramiento de más del 250% y después, recuperar su estado inicial sin efecto alguno. En esta fase de experimentación, para evaluar las propiedades de este polímero, se comparó con otros ya comercializados e incluidos en los actuales apósitos para las heridas de la piel (gel de silicona y láminas de poliuretano). Dada la superioridad, los investigadores se decidieron a probar esta 'segunda piel' en humanos.
"La creación de un material que se comporta igual que la piel natural es muy difícil", apunta Barbara Gilchrest, dermatóloga del Hospital General de Massachusetts. "Muchos científicos lo han intentado, pero los materiales disponibles hasta la fecha no han logrado la elasticidad, flexibilidad, la biocompatibilidad y la comodidad que aporta este nuevo avance".
Desde el punto de vista de la estética, argumenta Isabel Sánchez Muñoz, responsable de investigación del banco de tejidos del Hospital Universitario de Getafe de Madrid, "las actuales opciones para reducir arrugas y corregir las bolsas de los ojos pasan por tratamientos más invasivos, como infiltraciones de relleno y cirugía plástica". En los últimos meses, agrega la experta, se han publicado otros trabajos con una línea de investigación similar.
No obstante, cabe señalar que existe otra concepción de 'piel artificial', más referida al campo del tratamiento de heridas de personas quemadas, un área en el que el Hospital de Getafe es referencia. En este sentido, ilustra Sánchez Muñoz, "hemos conseguido desarrollar un modelo de piel artificial vascularizada". Con el paso del tiempo, los injertos de piel artificial que se utilizan en la actualidad se pierden porque al no tener vascularización, les falta aporte de nutrientes. "Ahora estamos probando si realmente funciona el nuevo modelo. Hemos experimentado en ratones y lo que vemos es que prende muy bien".