Por alguna razón, es posible que te sientas ansioso por la noche y te resulte difícil conciliar el sueño. No consigues dormir bien y padeces insomnio. Y cuanto más quieres controlarte, paradójicamente menos puedes dormir y el problema se acrecienta. Tu mente por la noche está en un estado de hipervigilancia, por lo tanto, no puede bajar la guardia.
Al día siguiente tienes somnolencia diurna, es decir, cansancio físico-mental: notas que te falta de energía, sufres problemas de concentración o de atención o dolores de cabeza... Y a nivel psicológico empiezas a desarrollar una serie de pensamientos intrusivos, negativos, automáticos, que no puedes controlar, del tipo: ¿cómo voy a pasar esta noche?, ¿qué hago si no duermo? Y todos estos pensamientos te generan ansiedad nocturna y diurna. ¿Por qué te sucede esto? María José Aróstegui, psicóloga y miembro del grupo de trabajo Insomnio de la Sociedad Española de Sueño (SES) explica los factores que influyen:
“Para dormir, las personas necesitamos desactivarnos, aburrirnos, tranquilizarnos y no podemos controlar el sueño. Con la ansiedad nocturna segregamos cortisol, la hormona del estrés, la tenemos en niveles disparados y esto hace que todo lo veamos desde una perspectiva negativa y, como consecuencia, lo vemos todo como más amenazante”, señala la psicóloga.
Noticia completa en Cuídate Plus.