Ha sido la causa de innumerables berrinches veraniegos a pie de playa o al borde de las piscinas de todos los rincones del país. El momento en que los pequeños de la familia terminaban de comer y querían meterse al agua para seguir jugueteando. Sin embargo, recibían un 'no' rotundo como respuesta, normalmente por parte de las precavidas madres, que obligaban a esperar una, dos o incluso tres horas para un nuevo chapuzón. El culpable, el corte de digestión. ¿Existe o no deja de ser un mito, una leyenda urbana? ¿Es realmente peligroso zambullirse después de comer? ¿Tiene sentido esperar tanto tiempo antes de volver al agua?
Lo que dice la ciencia es que no es que no exista el corte de digestión –este proceso, en efecto, puede verse interrumpido–, pero poco o nada tiene que ver con lo que normalmente se ha pensado. «El término no es exacto, ya que no es un problema de la digestión. El término preciso es hidrocución», explica David Avellanal, médico de la unidad de Medicina Interna del Hospital Vithas de Vitoria.
Con este término los médicos se refieren a una reacción exagerada del cuerpo al sufrir un cambio brusco de temperatura como el que se puede producir cuando hacemos deporte o tomamos el sol en un día muy caluroso y nos introducimos de forma súbita en el agua. «Lo que ocurre cuando te metes a un agua muy fría con el cuerpo a una elevada temperatura es que la sangre procura ir a los órganos más importantes, al cerebro, para asegurarse de que no fallezcamos», describe Avellanal.
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