Teléfonos móviles, tabletas u ordenadores son dispositivos absolutamente integrados tanto en nuestra vida laboral como en nuestras actividades de ocio. Esta tecnología puede tener un impacto negativo en nuestra salud ocular, por lo que es recomendable incorporar hábitos que minimicen ese daño.

“No se pueden poner puertas al campo. Hay que adaptarse a la vida del siglo XXI, lo que nos lleva al uso frecuente de pantallas”. Es la gráfica descripción que hace Francisco Gómez-Ulla de Irazazábal, director de la clínica oftalmológica Miranza Instituto Gómez-Ulla. Los riesgos son inexorables y, por esta razón, la prevención es esencial, especialmente en los niños y adolescentes.

“El lagrimeo y el síndrome visual informático son los principales problemas”, señala Yerena Muiños Díaz, oftalmóloga del Hospital Vithas Vigo, quien confirma el aumento de consultas por estos motivos, sobre todo de personas que tienen entre 30 y 40 años.

“El lagrimeo pierde su calidad, se rompe y se llora en exceso”, explica la oftalmóloga. La causa es fundamentalmente que, ante las pantallas de estos dispositivos, mantenemos el ojo enfocado: “Al final, disminuimos la frecuencia del parpadeo, que protege el ojo con la lágrima”. Otra consecuencia es que se relaja la acomodación, que es la habilidad del ojo para enfocar objetos con nitidez a diferentes distancias.

Francisco Gómez-Ulla recuerda que el parpadeo es un fenómeno involuntario que lubrica el ojo y destaca las consecuencias, sobre todo para quienes padecen el síndrome del ojo seco: “Si no parpadeamos, tenemos el ojo más seco de lo normal. Y en las personas que ya padecen el síndrome del ojo seco, esta patología se agrava”.

Asimismo, el síndrome visual informático se refiere a un conjunto de síntomas: irritación ocular, fatiga visual, visión borrosa, sequedad ocular, cefalea, dolor de cuello o de hombros. Según algunos estudios, afecta a alrededor del 90% de las personas que utilizan el ordenador más de tres horas seguidas. La mayoría de los síntomas visuales son solo temporales y se dejan de notar al dejar de estar expuestos a las pantallas, pero algunas personas pueden ver reducidas sus habilidades visuales, experimentando visión borrosa incluso después.

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