La Navidad no tiene por qué ser la época más feliz del año. Asumirlo y saber respetar a las personas que no pueden o no quieren disfrutar con estas fiestas es el primer paso para liberarse de la presión por la perfección

Con la Navidad llega la ilusión, la felicidad, el amor, la magia… ¿Y si no alcanzamos esas metas? Algunas personas no disfrutan de estas fiestas porque, sencillamente, no les gustan. Para muchas otras, la presión por tener una Navidad perfecta supone tal estrés que acaba arruinándoles las celebraciones. Ante estos casos, ¿por qué no darle la vuelta a la situación y asumir que la Navidad es imperfecta? A partir de ahí, la presión se reduce. No es tan fácil, pero puede serlo un poco más con la ayuda de la psicología.

Silvia dal Ben, psicóloga y directora clínica de Unobravo en España, expone que las personas más vulnerables ante la presión por vivir unas fechas inolvidables “suelen ser aquellas con tendencia hacia la autoexigencia, la perfección y la comparación social”. Entre ellas se encuentran “quienes experimentan trastornos de ansiedad, depresión o duelo, ya que la época festiva puede intensificar sus emociones negativas”. También son especialmente sensibles quienes tienen que hacer frente a “la soledad, conflictos familiares o dificultades económicas, ya que estas situaciones contrastan con la imagen idealizada que proyectan las redes sociales y la cultura”.

En general, “las familias con dinámicas conflictivas, expectativas rígidas o falta de comunicación tienden a generar mayor presión”, señala la psicóloga. Además, “las personalidades más susceptibles a la inseguridad o la necesidad de aprobación externa pueden sentir una mayor carga emocional durante estas fechas”.

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