La actividad física al aire libre suma a los indudables beneficios del ejercicio los derivados del contacto con la naturaleza. Una salida a la montaña o a cualquier espacio natural, como puede ser una vía verde o un parque fluvial, es una oportunidad perfecta para practicar no solo una actividad aérobica sino también para realizar ejercicios de fuerza que mejoren tu condición física de una forma global, si sabes cómo hacerlo y cómo aprovechar el entorno.
Además, trabajar a través de ejercicios centrados en la implicación concreta de una serie de músculos de diferentes partes del cuerpo, como puedan ser hombros, brazos, pelvis, glúteos o piernas permite "disfrutar de la caminata o de la ascensión con menos esfuerzo", explica Noelia Belando, doctora en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, profesora de la Universidad de Oviedo, además de coach y personal trainer.
Beneficios físicos, cognitivos y emocionales
Desarrollar un entrenamiento de fuerza en un ambiente natural aporta importantes beneficios y resultados a nivel funcional, metabólico-endocrino, cognitivo y emocional, explica Belando, al ejercitar músculos, articulaciones, tendones y ligamentos "al servicio de nuestro bienestar físico y nuestra percepción psicológica".
Y es que así se puede conseguir disfrutar de la caminata o de la ascensión con menos esfuerzo, con una percepción de más energía física, al tiempo que se gana en velocidad de desplazamiento y nos protegemos frente a lesiones articulares, ligamentosas, tendinosas y/o musculares.
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