La forma en la que cocinamos afecta al sabor, textura y biodisponibilidad de los alimentos

Los nutrientes de los alimentos juegan un papel crucial en la nutrición, influyendo directamente en la salud y el bienestar del organismo. La forma en la que cocinamos los alimentos no solo afecta su sabor y textura, sino también a la biodisponibilidad —es decir, la cantidad de nutrientes que el cuerpo puede absorber—. Depende de factores intrínsecos (estructura química del alimento, pH, y antinutrientes como fitatos y oxalatos) y extrínsecos (métodos de cocción y procesamiento).

En primer lugar, los métodos de cocción juegan un rol clave en la biodisponibilidad de los nutrientes. Las vitaminas hidrosolubles (grupos B y C), son sensibles al calor, la luz y el agua. Por lo tanto, hervir los alimentos puede causar una pérdida significativa de estas vitaminas por lixiviación en el agua de cocción. Por otro lado, métodos como la cocción al vapor o en microondas son más eficientes para preservar estos nutrientes, ya que reducen el tiempo de cocción y el contacto con el agua.

En cambio, las vitaminas liposolubles (K, E, D, A) son más estables durante la cocción y su biodisponibilidad puede aumentar cuando se consumen con grasas. Por ejemplo, saltear con aceite de oliva o cocinar al horno a temperaturas moderadas facilita la biodisponibilidad de estas vitaminas. No obstante, freír a altas temperaturas puede descomponer parcialmente estas vitaminas, reduciendo su efectividad.

Los minerales (calcio, hierro y zinc), a diferencia de las vitaminas, no se destruyen con la cocción, pero su biodisponibilidad puede verse afectada por el método de preparación. Por ejemplo, el hierro presente únicamente en los vegetales, denominado hierro no hemo, se vuelve más disponible cuando se cocinan, ya que el calor rompe los enlaces con los oxalatos que lo inhiben. Sin embargo, hervir verduras puede reducir el contenido de minerales, ya que algunos se pierden en el agua de cocción. Para maximizar la retención de minerales es preferible utilizar técnicas como la cocción al vapor o el salteado rápido.

La cocción altera la estructura de las proteínas, lo que puede mejorar su digestibilidad. La desnaturalización de las proteínas durante la cocción hace que las enzimas digestivas puedan acceder mejor a sus enlaces, facilitando su absorción. Sin embargo, la cocción excesiva, como asar a altas temperaturas, puede causar la formación de compuestos perjudiciales como los productos de glicación avanzada (AGEs), que pueden tener efectos negativos sobre la salud. Cocinar al vapor o hervir son formas efectivas de preservar la calidad nutricional de las proteínas.

Mientras que los antioxidantes como el licopeno en los tomates o los carotenoides en las zanahorias son más biodisponibles cuando los alimentos se cocinan. Por ejemplo, el licopeno se libera más fácilmente y se absorbe mejor cuando los tomates se cocinan, especialmente si se combina con una fuente de grasa como el aceite de oliva. No obstante, otros antioxidantes como la vitamina C se degradan fácilmente con el calor, lo que sugiere que el método de cocción debe elegirse cuidadosamente según los nutrientes que se desean preservar.

En definitiva, la cocción no solo transforma los alimentos en términos de sabor y textura, sino que también tiene un profundo impacto en su contenido nutricional. Para maximizar la biodisponibilidad de los nutrientes es importante variar los métodos de cocción y evitar cocciones prolongadas a altas temperaturas. Incorporar un poco de grasa saludable, como aceite de oliva, al cocinar alimentos ricos en vitaminas liposolubles puede mejorar su absorción. Cuando se cocinen verduras, se debe considerar cocinarlas al vapor o en el microondas para preservar sus vitaminas y minerales. También es útil combinar alimentos que se complementen en su biodisponibilidad, como consumir fuentes de vitamina C con alimentos ricos en hierro no hemo para mejorar su absorción.

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