La diferencia entre oír y escuchar es que para lo segundo se requiere de una predisposición, de una cierta voluntad. Que para evitar problemas de salud se debe mantener hábitos saludables, es algo que se oye, pero no siempre se escucha. Por eso, para captar la atención cuando se dice que tener un hígado sano pasa por comer bien, es conveniente acompañar tal afirmación con algunos datos.
Uno de ellos es que el 25% de la población sufre hígado graso no alcohólico (EHGNA), una enfermedad que se caracteriza por el depósito excesivo de ácidos grasos en las células del hígado, que puede acabar inflamándose y provocar hasta cirrosis, sin ser el consumo de alcohol su causa principal. La obesidad y la diabetes son condiciones que se asocian a este padecimiento. En este sentido, una incorrecta alimentación es uno de los principales factores de riesgo para sufrirlo.
“La dieta occidental que seguimos en la actualidad, con una alta densidad energética, rica en productos ultraprocesados que aportan grasas trans, grasas saturadas y colesterol, así como la ingesta de bebidas azucaradas incrementa la adiposidad visceral y estimula la acumulación hepática de grasas y la consiguiente progresión de la EHGNA”, explican desde la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
Por esta razón, los expertos apuntan que la clave está en la dieta mediterránea, que se compone entre un 50 y un 60% de hidratos de carbono; en un 20-30%, de grasas con alto contenido en ácidos grasos monoinsaturados y omega-3; y en un 20%, de proteínas. De entre tanto porcentaje, este artículo centra la atención en el consumo de grasas insaturadas y, en concreto, en un alimento incluido dentro de este grupo: el aguacate, que, a diferencia de otras frutas, es fuente de vitamina E, un potente antioxidante.
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