Se dividen en dietas blandas o fáciles de masticar, dietas para la reeducación deglutoria y dietas túrmix, que incluyen productos comerciales en forma de purés o cremas de textura homogénea, indicados en alteraciones graves en las fases oral o faríngea de la deglución

El atragantamiento frecuente durante o inmediatamente después de la ingesta de alimentos, la dificultad para controlar la saliva o la sensación de retención de comida en la faringe y necesidad de múltiples degluciones son signos y síntomas de sospecha de una disfagia. Estos síntomas deben ser evaluados por un profesional sanitario para realizar un diagnóstico adecuado y, una vez confirmado, se requiere implementar cambios en la alimentación del paciente.

¿Cómo adaptar la alimentación a personas con disfagia? No es un simple cambio como la retirada de un alimento como en el caso de una alergia, sino que involucra una serie de factores, como la severidad de la alteración, la vía de alimentación (oral, no oral o mixta) y las intervenciones terapéuticas relacionadas con la nutrición.

Como medidas generales sobre la alimentación, se deben evitar dobles texturas, es decir, la mezcla de sólidos y líquidos como sería una sopa con pasta o verduras. Se deben buscar opciones variadas que mantengan las propiedades organolépticas de los alimentos, favoreciendo la aceptación del paciente. La textura es uno de los aspectos clave, por lo que los alimentos deben ser homogéneos, libres de grumos y espinas, y deben facilitar la masticación, además de ser jugosos. Para los líquidos se utilizan espesantes comerciales que permiten modificar su consistencia, creando texturas que varían desde el néctar (líquidos con caída en hilo fino, consumidos en vaso) hasta la miel (que cae en gotas gruesas y puede tomarse con cuchara) o el pudin (que mantiene su forma al caer y es adecuado para consumo con cuchara), lo que amplía la variedad y accesibilidad alimentaria.

Las dietas deben adaptarse al grado de disfagia de cada paciente. Estas se dividen en dietas blandas o fáciles de masticar (para problemas de masticación sin disfagia severa), dietas para la reeducación deglutoria (para personas con dificultades severas para tragar) y dietas túrmix, que incluyen productos comerciales en forma de purés o cremas de textura homogénea, indicados en alteraciones graves en las fases oral o faríngea de la deglución. La dieta de reeducación de la deglución requiere revisar cuidadosamente los alimentos permitidos y aquellos que hay que evitar: los alimentos con "texturas difíciles" incluyen los que presentan dobles texturas, alimentos pegajosos (bollería, miel), resbaladizos (guisantes, arroz, legumbres) o que sueltan agua al morder (naranja, sandía), entre otros.

¿Significa esto que las personas con disfagia deben abandonar por completo los alimentos que disfrutan? No necesariamente. El desafío está en identificar qué alimentos se pueden adaptar y cómo, garantizando que la dieta siga siendo equilibrada y cubra las necesidades nutricionales. Además, es esencial mejorar las propiedades organolépticas de los menús, promoviendo la inclusión de alimentos accesibles y atractivos para que los pacientes puedan disfrutar no solo de la nutrición adecuada, sino también de la experiencia de comer y participar en encuentros sociales. ¿Cómo impacta esto en su calidad de vida? La mejora en la accesibilidad a dietas adaptadas y su inclusión en la vida social contribuye significativamente a su bienestar general, mejorando tanto su nutrición como su integración en actividades sociales, lo que sin duda tiene un efecto positivo en su calidad de vida.

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